— 200 =
Juan Colden, que se había levantado apoyándose
sobre tuna rodilla, murmuraba: ,
—¡Salvad al niño y todo irá bien!
Bardel no consiguió, empero, más que elevarse
á pocos pies del suelo, y la cuerda parecía que
iba á romperse con su peso.
XVI
De improviso se oyó una voz en los aires, enci-
ma dde sus cabezas.
—¡Soltadlo todo!—ordenó aquella voz.
Bardel, sin soltar al niño, saltó al suelo y cayó
de pie. j
Lo primero que hizo fué mirar á lo alto.
Lo que vió fué que un hombre se deslizaba á
lo largo de la cuerda y que iba á parae á su
lado.
Era el Hombre Gris.
Una ojeada le fué suficiente para enterarse de
que Whip «era cadáver.
Vió además que Juan Colden se estaba desan-
grando, y en seguida adivinó cuanto había pa-
sado.
—Of desde arriba el ruido de una lucha, y me
apresuré á bajar. ¿Qué es lo que ha sucedido?
¿En dónde está el niño?
—Aquí—respondió Bardel. .
—¿En dónde te hirieron?—preguntó el Hombre
Gris inclinándose sobre Juan Colden.
—Aquí.
—¿ Te sientes muy débil?
Niño perdido—14