Full text: El niño perdido (2)

Bajó Susana los ojos y no dijo nada. 
—Y, sin embargo—añadió el bandido, —este chi- 
quillo podría prestarnos servicios muy importan- 
tes. 
—¡Eso nunca!l—replicó Susana. 
Una cólera repentina se apoderó del bandido. 
—¡Ah! ¡intentas resistirte!—gritó. 
—Si—respondió Susana. 
—¡Desgraciada de ti! Y levantó la mano. 
—Pégame—dijo Susana,—si es que tienes ese an- 
tojo, pero no quiero que ese niño llegue á ser un 
hombre como tú. 
Echóse á reir Bulton con risa fiera. 
—¡Por San Jorge! Creo que se atreve á despre- 
ciarme 
Lo que pasó entonces fué una cosa inaudita. 
En el momento en que el bandido iba á golpear 
á Susana, Rodolfo, que se hallaba inmóvil, silen- 
cioso y temblando al pie de la cama que abando- 
nara obedeciendo á la orden de la irlandesa, se 
colocó resueltamente delante de ésta y la defendió 
con su cuerpo. 
La sangre del león se despertó y el niño sintióse 
animado de pronto con el valor del hombre, 
Y el valor tendrá siempre una influencia direc- 
ta, un prestigio instantáneo sobre las naturalezas 
medio salvajes. 
Y en presencia de aquel niño que tenía valor, 
para mirarle cara á cara, calmóse Bulton en el 
acto. 
—¡Por San Jorge!—exclamó.—He aquí un atre- 
vido compañerito. Eres muy guapo, niño, y te 
prometo que no pegaré á Susana, puesto que tú 
quieres defenderla. 
Al mismo tiempo que esto decía, quiso dar un 
beso 4 Rodolfo que se echó hacia atrás. 
—¡Es muy orgulloso! ¡Está bien! Me gusta— 
dijo Bulton echándose á reir, : 
ES Ge O
	        
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