Full text: El niño perdido (2)

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ría del gatillo de la pistola, que está bien sujeta, 
y haría que se disparase, 
Como puedes suponer, esa cuerda está floja, y 
comprenderás fácilmente que es preciso que esa 
puerta se abra á medias para que se estire y 
haga su efecto sobre la pistola, porque de no ser 
así, la bala, al salir demasiado deprisa, encontra- 
ría la puerta y no el cuerpo del ladrón. 
—Voy comprendiendo. 
—Mi mano encuentra la cuerda, y como está 
provista de un par de tijeras, la corto. 
—¡Ah! ¡Ahora ya lo veo claro! 
—Pero—siguió diciendo Bulton—como yo ten- 
go la mano demasiado grande, no sirve, y se ne- 
cesita la manita de un niño, la de ese pequeño, 
por ejemplo, que pueda... 
—Oye, si me juras que una vez llevado á cabo 
el. robo devolveremos el niño á su madre, no me: 
opondré á tu proyecto—dijo Susana. 
—Te lo prometo. 
—Pero será lo más pronto posible—dijo Susa- 
na,—que al volver por la noche á su casa el se- 
ñor Elgin, el sábado por la noche, no vuelva á 
salir más. 
—Al contrario. En cuanto cierra la caja, pre- 
para la pistola, toma todas las precauciones ne- 
cesarias, y se va á pasar la noche á los sitios 
más frecuentados de Londres; unas veces á las 
galerías de la Alhambra, otras á Leicester square 
y algunas á Argill Rooms 6 bien al teatro del 
Lyceum. De manera que lo que á nosotros nos 
convendría sería dar el golpe mañana sábado en- 
tre ocho y nueve. 
-—¿ Y qué haremos del niño hasta esa hora? 
—Yo me encargo de hacerle esperar—dijo Buw> 
ton. 
—¿Le pegarás?—preguntó Susana con voz tem- 
blorosa. SO
	        
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