Full text: El niño perdido (2)

Desde allí midió con la vista el salto que tenía 
que dar, para llegar hasta el solar, 
La tapia tenía unos veinte pies de elevación, y 
al otro lado de ella no había ningún árbol ni 
nada que pudiese permitirle amortiguar el golpe 
de la caída. 
Tuvo un acceso de desesperación, que le' duró 
un momento, 
¿Tendría que seguir el mismo camino que to- 
mara antes y volver á su prisión? 
De pronto, oyó ruido, y se puso á escuchar con 
mucha atención, yendo en aumento su terror. 
Desde el sitio en que, se hallaba, podía ver por 
cima del tejado de mistress Fanoche, y por con- 
siguiente, la parte delantera del jardín. 
A pesar de la obscuridad, vió Rodolfo á tres 
hombres que entraban por la verja. Vió que dos 
se arrojaban sobre el otro derribándole al suelo, 
y semejante espectáculo, como se comprende, no 
era el más apropósito para tranquilizarle y cal- 
mar sus terrores. 
Eran el Hombre Gris y su acompañante que 
ponían una mordaza á lord Palmure y se desem- 
barazaban de su compañero. 
En el primer momento, tuvo deseos de saltar al 
solar, más le contuvo aún el instinto del peligro. 
El remate de la tapia era plano, y Rodolfó se 
puso en pie, y echó á andar por encima, y de 
este modo pudo llegar hasta uno de los tejados. 
Un saltimbanqui no hubiera hecho mejor tan 
peligroso viaje. 
Al llegar al extremo de la tapia se encaramó 
en el tejado. 
Sus miradas no se apartaban, sin embargo, de 
la casa de mistress Fanoche, en la que había vis- 
to entrar á aquellos dos hombres. 
A fuerza de dar vueltas por el tejado, descubrió 
al fin una abertura, y
	        
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