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Mientras tanto alejábase el Hombre Gris al ga-
lope, dirigiéndose á Kinsigton garden, saliendo por
la puerta de Lancaster, en donde se perdió de
vista en las callejuelas inmediatas.
Patricio se hallaba mientras tanto manoteando
entre el fango de la Serpentina, y parlamentaba
con los guardias del parque, que le querían dete-
ner por faltar al reglamento.
—Ahora—dijo el Hombre Gris,—vamos á Kil-
burn á estudiar el terreno, y á ver si hay algún
medio de apoderarnos del niño antes de que lle-
gue el día de mañana.
Y se dirigió hacia Edgure road
XV]
El tribunal de policía de Londres corresponde,
poco más ó menos, á lo que es en París la co-
misaría de policía.
Hay, sin embargo, la diferencia de que el ma-
gistrado inglés, en vez de tener que enviar el ates-
tado 6 sumario á la autoridad superior, es al
mismo tiempo juez de instrucción.
Tiene amplios poderes para poner en libertad
al acusado que ante él comparece, y con mucha
frecuencia hace que le asesore un solicitor ó6 abo-
gado.
Conforme dijimos, el tribunal de policía de Kil-
burn, tenía por jefe á tuna persona bastante bru-
tal y mal educada; á mister Booth, mas es pre-
ciso confesar que, á la vez, era un hombre muy,
entendido.
Hacía diez años que era magistrado de policía,
y había limpiado su distrito de ladrones, y pres-
taba tan buenos servicios, que el jefe metropo-
litano de policía le felicitó públicamente en va-
rias ocasiones,
. Por más que estos tribunales de distrito no de-