Full text: El niño perdido (2)

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Si se presenta alguien en mi despacho para ha- 
cer alguna declaración, llamad 4 Tobías, mi se- 
cretario, que está allá arriba en su cuarto; pero 
las notas tomadlas vos misma, porque el tal To- 
bías es el hombre más ignorante é imbécil que 
conocí, 
Y mister Booth se marchó diciendo: A 
—Una prima de mil libras, ¡por San Jorge! esó 
equivale á diez años de mi sueldo y sería una 
buena dote para Calalina. 
No hacía cinco minutos que mister Booth se 
había marchado, cuando Catalina, que había vuel- 
to al saloncito y comenzado otra vez la lectura de 
la Biblia, oyó en la calle el ruido producido por 
los cascos de un caballo. 
Curiosa, como lo son todas las muchachas, le- 
vantó una punta del visillo de la ventana, á cuyo 
lado se hallaba sentada. 
Y vió que un elegante jinete, que no era otro 
que el Hombre Gris, se apeaba á la puerta del 
tribunal correccional, echando un chelin á un 
granujilla, descalzo de pie y pierna, que acudió 
corriendo para tenerle el caballo. 
XVII 
'Antes de penetrar en casa del magistrado en 
compañía del Hombre Gris, enterémonos de dón- 
de venía éste. : 
El Hombre Gris había ido en derechura, y lo 
primero á Kilburn square. 
Si al inglés le cuesta mucho trabajo emocionar- 
se, en cambio le dura muchísimo esa emoción 
cuando se apodera de él. 
El acontecimiento que había puesto en conmo- 
ción todo el barrio, durante la noche anterior, 
continuaba siendo el tema obligado de todas las 
conversaciones en las casas inmediatas. 
_ Había gente en los jardines, gente en las ven-
	        
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