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El francés añadió:
—Soy médico, y tengo una misión de mi go-
bierno.
—¿ Vos ?—preguntó desdeñosamente Morok.
—Y como no conozco á nadie en Londres, el
auxilio de sir Harris, que es alderman, me ser-
virá de mucha en Londres.
—Pero os llegasteis á figurar, querido señor,
que todas las personas que traen una carta or-
den de doscientas libras contra esta casa..
—Dispensadme—interrumpió el francés con mu-
cha calma.
Y abrió la cartera.
De ésta sacó una hoja de color encarnado, que
enseñó al estupefacto Morok,
Aquella hoja era otra carta orden, pero por
una cantidad enorme, por cuarenta mil libras es-
terlinas, es decir, por un millón de francos.
Al' pie del documento figuraba la firma de la
casa Rothschild de París.
Dió un paso atrás Morok; se sujetó mejor los
lentes de armadura de concha y gritó:
—i Jeremías! ¡Jeremías!
Al oir este nombre, acudió corriendo uno de
los dependientes más jóvenes.
—Tomad inmediatamente un coche, Jeremías—
dijo Morok,—é idos inmediatamente á Elgin Cres-
cent Nothing Hall, á casa de sir Harris, y ro-
gadle haga el favor de venir en seguida.
Abrió después la puerta del despacho y dijo
con mucha cortesía al francés, que se sonrió:
—Hacedme el favor de pasar y sentaros.
Y se apresuró á acercar un sillón al viajero.