Full text: La jaula de los pájaros (3)

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oía al jovial subgobernador contar la historia del 
ajusticiado que tenían bajo los pies. 
Hablando de este modo llegaron al lado de la 
fosa que estaban «ahondando. 
—He aquí la sepultura destinada á Olivier—di- 
jo el subgobernador. 
—¿Cuándo lo entierran?—preguntó sir Harris. 
A la puesta de sol. 
—Hacedme el favor, sir Harris—dijo el francés, 
—de preguntar al señor subgobernador algunos 
detalles acerca de los entierros. 
Sir Roberto no deseaba más que tener ocasión 
de hablar; así que, en cuanto sir Harris le tra- 
dujo la pregunta, se apresuró á decir: 
—La inhumación se hace con la mayor sencillez. 
Se mete el cadáver een un sencillo ataúd de ma- 
dera, que se clava en seguida. 
El cadáver, así dispuesto, se deposita en la fosa 
en mi presencia y en la de dos vigilantes, siendo 
los presos los que hacen oficio de sepulturgros 
y lo traen aquí. 
Antes de esto, un ministro protestante, si el ajus- 
ticiado lo es, y si no católico, ó de la religión á 
que pertenezca, reza una breve oración al bor- 
de de la fosa abierta aún. : 
Después se llena ésta de tierra, que tapa el 
ataúd, 'se vuelve á colocar la losa en su puesto, 
con un poco de cemento, y al mismo tiempo el 
que hace de sepulturero coge 'un cincel y graba 
en la pared la inicial del nombre del ajusticiado. 
—¿Y es eso todo?—preguntó, sir Harris 
—¡Ah! Se me olvidaba un detalle, 
-—NVeamos. 
—El ataúd, además del cadáver, contiene una 
mezcla de hydrocloruro de cal y de potasa, desti- 
nado á calcinarlo en el tiempo más breve posi- 
ble, de manera que se evite la corrupción, rel 
¿uerpo, ] 
Ds Anti
	        
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