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interesante de ese hombre de instintos brutales
Y sanguinarios. a
Hasta consiguió ocultar de tal modo su siniestro
oficio, que su pobre hija lo cree un honrado tra-
bajador de los docks.
—¿Y vais á visitarle alguna vez?
- —Si—contestó el abate Samuel.
—Pues bien, ¿queréis que os acompañe?—dijo
el Hombre Gris.—He vivido en la India, y por
más que no soy médico de profesión, creo. que
traje de allí un medicamento que es un remedio
Poderoso contra la tisis?
El abate Samuel meneó la cabeza.
—Temo mucho—indicó,—que el estado de la en-
fermedad sea tan grave y adelantado, que ese re-
medio no sirva para nada.
—¡ Quién sabe! :
El abate Samuel se quedó pensativo durante un
Momento.
—Jefferies es hombre de carácter sombrío, y se
Ofusca por cualquier cosa.
—Su carácter se suavizará si: yo le prometo cu-
Tar á su hija.
—¿0s empeñáis en ir á visitar á su hija?—pre-
guntó el abate Samuel.
—¿En seguida?
SÍ.
—Vamos, pues—dijo el Hombre Gris.
Y entró en la taberna para decir al Dandy:
—Espérame aquí, y si dentro de una hora no
he vuelto, manda que te sirvan la cena.
No te moverás de aquí hasta que yo haya vuelto.
—Está bien; así lo haré—respondió el Dandy.
El Hombre Gris se reunió con el abate Samuel.
Subieron por Old-Gravel-Lane.
_Parmington-Street es perpendicular á esta úl-
lima calle,
SERES: