Full text: La jaula de los pájaros (3)

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miseria y el libertinaje beben en amigable com- 
pañía.: 
En el West-End, al Oeste, hallábanse los pala- 
cios, edificios lujosos, las calles largas y tan bien 
trazadas como bien cuidadas, los almacenes esplén- 
didos, las mujeres radiantes de la belleza, cubier- 
tas de pedrería y acompañadas por irreprochables 
caballeros. 
Los habitantes del West-End no visitan jamás 
el East End. 
Y los de éste ignoran cuáles son los esplendo- 
res de que en el otro distrito hace gala la ciudad 
monstruo. 
Debido á esto, cuando la mísera vecindad del 
Wapping y los pobres de Parmington-street vie- 
ron aparecer la carroza de lord Wilmot con un 
magnífico tronco de trotones, su cochero y laca- 
yos empolvados, se figuraron que estaban sofiando. 
Mujeres y niños agolpáronse en los umbrales 
de las puertas, mientras tanto que otros se asoma- 
ban á las ventanes. 
Las criadas de la taberna que Jefíeries solía 
frecuentar algunas veces, sin que nadie se le acer- 
case, salieron también á la puerta, 
Los dos lacayos echaron pie á tierra, colocando 
sus largos bastones sobre la acerca. 
En Londres, población en la que los impues- 
tos suntuarios son muy numerosos, puede un lord, 
mediante el pago de una cantidad, interrumpir 
durante un momento la circulación. 
Si pagó para ello, está en su derecho al hacerlo. 
Y mientras que la carroza se detiene, los laca- 
yos impiden el paso, atravesando sus largos basto- 
nes para que su señoría pueda bajar del coche y 
no tenga que rozarse con la canalla. 
” 
Esta se para sin murmurar, y espera á que 
el noble personaje eche pie á tierra y haya entra- 
do en la casa, 
A 
Aé AAA AAA AAA
	        
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