Full text: La jaula de los pájaros (3)

puedas EA DE 
—¿ Y eran muchos? 
—Sí. 
—¿ Cuántos ? 
—Dos hombres y dos mujeres. 
—¡Ah! 
—Y oí que á una de las mujeres laa llamaban 
Susana. 
Estremecióse el gobernador. 
—Hija mía—dijo el agente Simouns, —puesto que 
sois unos pobres, tanto vuestro padre como vos, 
no creo que os neguéis á ganar algún dinero hon- 
radamente. 
A los ojos de la joven demacrada asomaron al- 
gunas lágrimas. 
—¡Ah! ¿Y qué es preciso hacer para ello, señor? 
—Muy poca cosa: decirnos la verdad de cuanto 
oisteis la noche pasada. 
Y al mismo tiempo sacó Simouns una guinea 
muy reluciente y nueva. 
De pálida que estaba, se puso encarnada la jo- 
ven. 
—Entremos en la casa—dijo Simouns. 
Y se dirigió hacia la escalera, seguido del gober- 
_nador y de la joven. . : 
Al llegar al descansillo del segundo piso, encon- 
traron una puerta entreabierta. 
A través de ella vieron un viejo que estaba ten- 
dido sobre un montón de paja. 
Es mi padre—dijo la joven. 
Simouns siguió subiendo. 
En el piso superior había otra puerta abierta. 
Entró Simouns en el cuarto á que correspon- 
día. 
De la ventana habían retirado la cuerda de nu- 
dos, pero estaba aún allí, medio arrollada, sobre 
el suelo. . 
—Ya lo estáis viendo—dijo Simouns volviéndose 
hacia el gobernador,—como no me equivoqué.
	        
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