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pasó el brazo por el suyo y cuando le tuvo Su-
jeto continuó:
—No soy un mal hombre y no hago traición
á los compañeros sólo por hacérsela. Si Berta no
me hubiese delatado, no dijera yo nunca ni una
palabra; pero como Berta charló, la policía me
echó el guante y entonces dije cuanto sabía. Los
de policía se echaron 4 reir cuando dije que Os
llamáis lord Wilmot.
—¡Ah! ¿De veras?— preguntó el Dandy mordién-
dose los labios.
—Hicieron pesquisas...
—¡ Ah!
—Y se enteraron de que en el Jarlamiento no
había ningún lord que se llamase de ese modo.
—¿Y qué más?— preguntó desdeñosamente el
Dandy.
—Pues que me encargaron de una misión.
—¿A ti?
—Sí, y por cierto que nie la pagarán muy bien.
Si consigo lo que me encargaron, me darán cien
tibras.
—¡ Y qué es lo que tienes que hacer?
—Descubrir al pretendido lord Wilmot.
—¡ Bueno!
—Y cuando le descubra llevarlo á Scotland-Yard
donde será preciso que dé algunos informes...
—¿Sobre?
—El Hombre Gris, al que están buscando y no
encuentran.
—¡ Sabes, amigo mío—dijo el Dandy queriendo
dar una prueba de audacia, —que es un mal ofi-
cio el que elegiste?
—Un oficio que produce cien libras, ha de ser
siempre bueno.
—Es que yo conozco uno miejor—dijo el Dandy"
—¿ Y cuál ?
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