Full text: El cementerio de los ajusticiados (4)

PALO: AE 
El Hombre Gris hizo un signo afirmativo. 
—Lo he previsto todo—añadió sir Harris. 
Inclinóse el Hombre Gris y el banquero dijo: 
—Venid conmigo. 
Y, al mismo tiempo, ordenó á un mozo que 
fuese en busca del señor Smith. 
Era este el dependiente que se quedaba á dor- 
mir en las oficinas. 
—Este caballero es la persona de que os hablé 
—dijo sir Harris señalando al pretendido médico. 
El joven se inclinó. 
—Venid con nosotros—continuó el banquero y 
abrió una puerta que existía en el fondo de su 
despacho y comunicaba con una escalera. 
Esta conducía al piso primero de la casa. 
Smith cogió una de las lámparas que había so- 
bre la mesa del banquero. 
Al llegar al primer piso empujó el banquero 
una: puerta y el Hombre Gris se encontró en el 
dintel de una espaciosa habitación en cuyo centro 
habían dispuesto una cama. jes 
—Aquí podréis acostaros—dijo el banquero,—y, 
no creo que haya necesidad de llamaros. Ñ 
—No pienso dormir—respondió el Hombre Gris. 
—Aun cuando lo intentaseis, con el ruido que 
habrá en la calle, os sería imposible cerrar los 
ojos. Ese ruido que empieza tres ó cuatro horas 
antes de la ejecución, os despertaría—y sir Harris 
hizo tuna seña á su huésped para que se acercase 
y al mismo tiempo abrió una ventana, —Mirad ¿ veis 
aquel farol? Pues precisamente debajo es donde 
colocan el patíbulo. 
«¡Ah! Está muy bien. 
—Os hallaréis á una distancia que no llega á 
diez metros y podréis ver con todos los detalles 
la ejecución. 
Inclinóse el Hombre Gris, y, el banquero dijo 
. 
entonces á Smith:
	        
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