el de Georges y dando la vuelta á los doks se
interna en el Wapping.
Una vez más entró el Hombre Gris en Old Gra-
vel lane pero no se detuvo en la taberna de mas-
ter Wanstoon, sino que el carruaje tiró hacia la
izquierda, deteniéndose poco después ante una to-
rrecilla que sirve de entrada al túnel.
La concurrencia que lo utilizaba era cada día
menor y la compañía que lo explotaba perdía di-
nero; porque los transeuntes eran contados y ha-
bíanse ido cerrando una á una las tiendas esta-
blecidas en él. Era muy raro, sobre todo de no-
che, que una persona decente se aventurase á atra-
vesarlo; así que, por esto el encargado de la re-
caudación se asombró mucho al ver un individuo
muy bien vestido echar un penique en el venta-
nillo, pasar después al torniquete, y aventurarse
en seguida en la gigantescz escalera que val á pa-
rar al túnel que pasa por debajo del río. :
No se preocupó el Hombre Gris con aquel asom-
bro y siguió su camino hasta que llegó á la ga-
lería subterránea, «largó el paso y no tardó mi
un cuarto de hora en llegar á la otra orilla.
Al extremo del túnel se encuentra otra escale-
ra en un todo semejante á la primera,
Al final de ésta se salía á un callejón, Swan
lane, que daba acceso á 'una capilla alrededor de
la cual existía un cementerio.
'Hacia aquel sitio fué á donde se dirigió el Hom:-
bre Gris. :
El barrio, al que daban el nombre de Rotherite,
era uno de los más miserables de Londres, tan-
to que las tabernas, establecimientos que en Lon-
dres suelen prosperar y existen en abundancia,
se encontraban allí en escaso número. Había, sin
embargo, una en la esquina de Swan. lane, pre-
cisamente enfrente de la capilla y el cementerio
y en ella entró el Hombre Gris. A