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y Salieron los seis del cementerio sin que nadie
lo E los inquietase y sin haber visto ni la sombra de
La un policeman y yendo delante el Hombre Gris.
Se encaminaron hacia Swan lane, pero en vez
de entrar en el túnel, camino que recorriera el
Hombre Gris, bajaron hasta la orilla del agua.
El río, lo mismo que las calles, estaba casi de-
EE sierto, y los numerosos vapores ómnibus que lo
A Y surcaban durante el día, estaban amarrados en
> qe sus embarcaderos.
do. No obstante, hacia la izquierda y muy cerca
e de la orilla veíase ún penacho de humo gris que
0% subía lentamente á través de la niebla rojiza.
4 bS - Fué hacia el sitio donde se veía la humareda Á
E donde se dirigieron el Hombre Gris y sus compa-
de ñeros,
$ El Hombre Gris vió que procedía de un vapor-
3 cito y volviéndose al Americano le preguntó:
Maó
—¿No fué ese el vapor que os trajo?
—SÍ,
—Entonces el capitán es de nuestra confianza.
—El capitán lo mismo que la tripulación. Fué
á4 bordo en donde organicé la señal.
—Me parecísteis tan inteligente—dijo el Hombre
Gris saltando con mucha ligereza al puente del
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