Full text: El cementerio de los ajusticiados (4)

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slo, 9) Le 
nerse siempre en guardia contra las tentaciones 
del demonio. 
—¿S0is el reverendo sir Pedro Town ?-—pregun- 
tó lady Elena. 
—Sí, milady—respondió el preguntado, fijando 
en la joven una mirada austera. 
—Entonces sois la persona que vengo buscando 
—dijo lady Elena y entró. 
Sir Town hizo un paso más de retirada. 
La hija de lord Palmure le dijo: 
—Es á vuestro honor á quien deseo hablar. Po- 
déis tranquilizaros desde luego, porque no tenéis 
que habéroslas ni con una pedigúeña ni con uña 
solicitante, 
El reverendo ya sabía á qué atenerse. 
Acababa de ver en la calle el carruaje de lady 
Elena y además ésta á pesar de su sencillo y 
obscuro traje, tenía un gran aire que subyugó por 
completo á sir Pedro Town. 
Guió éste á la ¡joven hasta el final del corredor 
/ y allí abrió una puerta por cuya juntura se fil- 
; traba un rayo de luz. 
$ Hallábase lady Elena en el dintel de una habi- 
i tación que era á manera de un despacho y cuyas 
ventanas daban al jardín y á la plaza, lo que 
¿ €xplicaba el por qué desde la calle no había vis- 
, to ninguna luz. 
Aquella habitación, bastante espaciosa, tenía las 
Paredes cubiertas de una tela verde, que debía 
Contribuir á que, durante el día, fuese su aspec- 
! to muy sombrío, 
En el centro se veía una gran mesa cubiertal 
materialmente de libros y papeles y cerca de ella 
había una chimenea en la que se consumía un 
poco de cok. 
Como se ve, la persona á la que lady Elena iba 
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Cementerio de los ajusticiados—7 
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