»Si se le ocurriese la malhadada idea de llevar
esta carta á la policía, esos disgustos serían ma-
yores,
»Si comunicase el contenido de esta carta á algu-
na persona, fuese ésta la que quisiese, tendría que
habérselas con un personaje importante cuya có-
lera habría excitado.»
Cayósele de las manos el papel y tun vago lerror
se apoderó de ella.
—¡Oh!—exclamó,—¿Será posible, María, que te
hayas engañado ?
—¡Cómo!
—El Hombre Gris no está preso.
Y desde aquel instante, la Fanoche fué presa
de un verdadero pánico.
Obedeció, sin embargo, á lo que la decían ¡en
el misterioso aviso y no enseñó la carta ni á Ma-
ría, á la que ordenó que se fuese á acostar, en
cuanto terminó el arreglo de la casa.
Y en vez de hacerlo ella, quedóse en el salon-
cito que daba en bel jardín y en el que el Hombre
Gris y el Dandy habían penetrado una noche por
la ventana.
Allí, estremecida y temblando al oir el menor
ruido, esperó. E
Pasó la nocbe, oyó dar las horas de las doce en
todas las parroquias de la vecindad; después la
una y así hasta las tres y las cuatro sin que el
misterioso visitante se presentase,
En vista de esto, empezó 4 creer que se había
tratado de burlarse de ella,
De pronto oyóse un campanillazo y la exmaes-
tra de párvulos sintió que toda la sangre se la
agolpaba al corazón, y hasta por tun momento se
figuró que no tiendría fuerzas para moverse.
Púsose All cabo en pie, y tambaleándose, salió
de la casa y atravesó el jardín.