Full text: La señorita Elena (5)

»Si se le ocurriese la malhadada idea de llevar 
esta carta á la policía, esos disgustos serían ma- 
yores, 
»Si comunicase el contenido de esta carta á algu- 
na persona, fuese ésta la que quisiese, tendría que 
habérselas con un personaje importante cuya có- 
lera habría excitado.» 
Cayósele de las manos el papel y tun vago lerror 
se apoderó de ella. 
—¡Oh!—exclamó,—¿Será posible, María, que te 
hayas engañado ? 
—¡Cómo! 
—El Hombre Gris no está preso. 
Y desde aquel instante, la Fanoche fué presa 
de un verdadero pánico. 
Obedeció, sin embargo, á lo que la decían ¡en 
el misterioso aviso y no enseñó la carta ni á Ma- 
ría, á la que ordenó que se fuese á acostar, en 
cuanto terminó el arreglo de la casa. 
Y en vez de hacerlo ella, quedóse en el salon- 
cito que daba en bel jardín y en el que el Hombre 
Gris y el Dandy habían penetrado una noche por 
la ventana. 
Allí, estremecida y temblando al oir el menor 
ruido, esperó. E 
Pasó la nocbe, oyó dar las horas de las doce en 
todas las parroquias de la vecindad; después la 
una y así hasta las tres y las cuatro sin que el 
misterioso visitante se presentase, 
En vista de esto, empezó 4 creer que se había 
tratado de burlarse de ella, 
De pronto oyóse un campanillazo y la exmaes- 
tra de párvulos sintió que toda la sangre se la 
agolpaba al corazón, y hasta por tun momento se 
figuró que no tiendría fuerzas para moverse. 
Púsose All cabo en pie, y tambaleándose, salió 
de la casa y atravesó el jardín.
	        
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