Full text: La señorita Elena (5)

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el brazo el exhacendado brasileño hizo que la ma- 
dre de Rodolfo le siguiese lejos de Christ Hos- 
pital, 
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Mientras tanto, el mayor se llevaba en su cóm- 
pañía 4 Rodolfo, que tenía ya el carácter de un 
hombre y recordaba el encargo que le hiciera su 
madre, y por más que no se explicase la causa, 
estaba muy resuelto á obedecer. 
El 'mayor no sie apercibió siquiera, tan absorto 
estaba, del silencio del niño que, generalmente, 
Se mostraba muy tenaz. En Londres, en donde las 
distancias son enormes, hay que recorrer un buen 
trozo de camino desde Christ Hospital 4 Port- 
land place. Fué cuestión de veinte minutos. Al 
ver que:el carruaje se detenía ante la verja del 
jardín de la Sirena, lugar que no conocía, Rodol- 
lo dió muestras de su asombro y preguntó: 
¿A qué venimos aquí? 
Esta pregunta arrancó al mayor de la atonía en 
que estaba sumido. 
Es que tu madre se fué de viaje y por eso 
to traigo á casa de unos parientes. 
Rodolfo mo dijo ni una palabra y siguió dó- 
Cilmente al mayor. Bastaba que le hablasen de 
lady Emilia para que se acordase de su verdade- 
Pa madre y se pusiese triste, 
La Sirena se estaba paseando por el jardín espe- 
rándoles con impaciencia, y cuando vió entrar al 
Mayor llevando al niño de la mano, se apresuró 
á salirles al encuentro, y cogiendo á Rodolfo en 
brazos, exclamó: 
¡Oh! ¡Qué hermoso es!—y le besó ápasiona- 
damente, 
Existen extrañas aproximaciones, inexplicables 
afinidades, simpatías que nacen á primera vista 
Y, que nos hacen querer en el acto á personas á
	        
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