Full text: La señorita Elena (5)

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—No creo que oponga ninguna resistencia, —res- 
pondió lady Elena, —porque el niño ha debido be- 
ber una dosis de cierto licor que le habrá priva- 
do momentáneamente de la memoria. 
—Y en cuanto á los irlandeses, no creo que sos- 
pechen nada, porque no hay ni uno solo en el 
parque, —observó el agente, 
a] . . * - - 0 
Pocos. minutos después, la Sirena se paseaba 
por las orillas de la Serpentina llevando de la 
mano al niño, que seguía llamándola mamá. 
Una media docena de caballeros á pie los se- 
guían á cierta distancia. 
Y lady Elena, un poco más lejos, miraba de 
soslayo observando lo que iba á pasar. 
De pronto y al llegar á un sitio en que el río 
formaba un recodo, el agente del pelo canoso se 
acercó á la Sirena. 
Esta se detevo, 
—¿Qué me queréis?—pireguntó. 
—Soy—contestó el agente en voz baia—la pier- 
sona á la que estáis esperando, 
—¡Ah! 
Rodolfo ¡miró al recién llegado y dijo: 
—¿Quién es este señor? ¿Le conoces tú, mamá? 
—Sí, hijo mío. 
—Seguidme,—dijo ¡el agente del pelo canoso,— 
vamos á subir á un carruaje para salir del par- 
que. Es inútil que llamemos la atención. 
El landó de la Sirena les seguía á cierta dis- 
tancia, 
No se hizo rogar, y á una señal suya' paróse el 
Carruaje. 
El agente la ofreció la mano y la Sirena fué la 
Primera que subió. 
4 —i Es que ya nos vamos, mamá?—preguntó Ro- 
dolfo,
	        
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