Full text: La señorita Elena (5)

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Pasaron allí una hora, después dos, tres... 
¡Qué cosa más extraña! — murmuró Pedro 
'. Town.—Mi secretario no viene. 
Y tampoco viene ese agente de policía en bus- 
:a de la prima, y es raró, porque esa gente no se 
lescuida, 
Oyóse al fin la campanilla de la puertecilla del 
jardín y el reverendo fuese á abrir y vió que era 
su secretario el que llamaba. 
¿Qué hay?—le preguntó en cuanto franqueó 
el umbral de la puerta. 
Pues que hace tres horas que el director de 
la cárcel está esperando, y en ella no se ha pre- 
sentado nadie, —respondió el joven clergyman un 
tanto trastornado. 
¿Será 'posible?—exclamó el reverendo, 
; —A la cuenta no prendieron al niño. 
Sí, sí; le detuvieron delante de nosotros,-—res- 
pondió lady Elena que acudiera presurosa tras el 
reverendo. 
Entonces no sé á dónde le llevaron. 
Tal vez 4 otra cárcel, —indicó Town. 
—No, no, porque yo-oí que decían al cochero: 
«¡Cold Bath !» : 
-Tal vez los irlandeses le sacaron en el ca- 
A mino. 
li El furor hizo palidecer á lady, Elena, que ex- 
j <lamó: 
| ¡Si hubiese sido eso! 
E El reverendo miró á su secretario y le dijo: 
Pi ¡Os habCis vuelto loco!—y se dirigió hacia la 
$ puerta. 
p 'Lady Elena le preguntó: 
ha ¿A dónde vais? 
A ¡A saber lo que pasó!-—respondió el revereh- 
xi do con acento de rabia. 
El joven clergyman era demasiado tímido para 
quedarse 4 solas con una joven tan hermosa co
	        
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