Full text: La señorita Elena (5)

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fianza del coche y del caballo; ¿en dónde los tie- 
nes ? 
—En el patio bajo el cobertizo. Le quité el bo- 
cado al caballo para darle 'un, poco, de pienso, 
respondió el cochero, 
—Bien. Continúo; al mismo tiempo te daré tres 
libras para ti y me llevaré tu coche poniéndome tu 
carrik y tu sombrero, 
—¡Chocad! Acepto el trato, —dijo el cochero 
En esto, abrióse la puerta de la taberna y, ¡entró 
Bardel. ; 
Fuese en derechura' Hacia el Hombre Gris, y sir- 
viéndose del dialecto irlandés, le dijo: 
—El reverendo está aún en la cárcel. 
—¡Ah!—exclamó el Hombre Gris que ya fruncía 
el entrecejo. 
—Y se puso muy contento cuando le entregué la 
carta, pero se empeña en volver inmediatamente 
í Elguin Crescent porque dice que dejó completa- 
mente sola ex la casa 4 una persona. 
—¿Y pidió un coche, no es esto? 
—Sí, y yo salí para buscar uno, pero dudo mu- 
cho que lo pueda encontrar. 
—Os equivocáis, amigo Bardel, —replicó el Hom- 
bre Gris. 
El cochero, que no entendía ni una palabra, es- 
peraba con ansiedad la resolución de las magnífi- 
'AS promesas del Hombre Gris. 
Este sacó una cartera del bolsillo y de ella un 
fajo de billetes y llamó al tabernero, al que dijo: 
—Oidme, master, si mañana al mediodía no he 
vuelto con el coc he y el caballo de este buen hom- 
bre, le entregaréis ese dinero. ] 
El tabernero, que se había enterado de la apues- 
la no dió muestra de ningún asombro. 
Cogió los billetes y los gu: wdó en el cajón del 
mostrador,
	        
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