Full text: La señorita Elena (5)

— 219 
sa, en un lugar, en fin, como el hombre más ena- 
morado soñara para idolatrar á su ídolo. 
En sus labios apareció una sonrisa y, entró en 
el improvisado gabinete. 
Llego el primero, —se dijo, 
En efecto, allí no había nadie. 
Apenas dió algunos pasos por aquel lugar, cuan- 
do se presentó lady Elena. 
Llevaba puesto ésta un traje de terciopelo ne- 
gro que realzaba aún más la belleza y blancura de 
sus hombros y "brazos desnudos. 
Su abandonada cabellera suélta y peinada en 
bucles, caía á los dos lados de su cuello de cisne, 
—Está bien; veo que sois puntual, —dijo. 
Y se acurrucó como una hermosa pantera en 
el fondo de una otomana, señalándole al mismo 
tiempo un asiento á su lado. 
—¿Me amáis aún?—preguntó. 
—Lo mismo que vos me amáis'A mí, —respondió 
el Hombre Gris. 
Púsose de rodillas delante de ella y empezó á 
hablarla con el lenguaje elocuente y seductor de 
la. pasión. 
Empleó ese lenguaje que sólo se habla al otro 
lado del estrecho, es decir, en Francia ó6.en Ita- 
lia, y que los ingleses ignoran siempre. 
De pronto interrumpióle lady, Elena con una 
carcajada y poniéndose en pie, 
—¡Qué loco sois!—exclamó. 
Púsose también en pie el Hombre Gris, pero sin 
manifestar sorpresa alguna. 
—¿De veras os parece que estoy loco? -— pre- 
guntó. 
—Sí, sois un loco y un necio... 
—¿Da veras? ¿Y por qué? 
—Porque, —respondió lady Elena con una voz 
acerada por lo irónica y al mismo tiempo que le
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.