Full text: La señorita Elena (5)

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pesquisas decíase el reverendo Pedro Town, pues 
era él: 
—He ahí á un magistrado de policía al que 
su independencia é imparcialidad van á costar ca- 
ros. En vano me incliné á ¡su oído diciéndole quién 
era y que tenía empeño por parte de elevados 
personajes en que el abate Samuel siguiese es- 
tando preso; fingió que no me comprendía. Pero, 
—siguió diciéndose el reverendo, —un magistrado 
de policía no es como uno de esos jueces de pe- 
luca blanca. A ese magistrado se le ¡puede des- 
tituir sin dificultad y si yo lowpido no dejarán de 
hacerlo. 
En el momento en que tomaba esta resolución 
sintió que le ¡upoyaban una mano en el hombro. 
Volvióse el reverendo y reconoció á lady Elena, 
—Pero ¿dónde estuvísteis? Os anduve buscando 
por todas partes, 
Fuí 4 acompañar durante 'un rato al médico 
tfalemán. ¿Sabéis que es sumamente curioso el expe- 
rimento que hizo? 
Y lady Elena parecía estar muy entusiasmada 
con el medio empleado por el pretendido médico 
alemán, 
—¿ Os lo parece así?—preguntó con amargura 
el reverendo. 
—Sí, por cierto, —respondió lady Elena. 
—Por los labios del reverendo Town vago una 
sonrisa llena de ironía. 
—¿Por qué no le recomendáis al noble lord, 
vuestro padre, para que obtenga para él, una re- 
compensa del Parlamento? ¡La verdad es que hizo 
una gran cosa! 
-—En efecto, —respondió lady Elena sonriendo, 
—como que fué causa principal de que pusiesen 
en, libertad 4 ese sacerdote irlandés. 
—¡Y qué á tiempo legó ese negro!—exclamó el 
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