Full text: Historia de Gil Blas de Santillana

Ni 
y 
F 
A A ta 
«. 
144 
tra ama, la Marquesa, adolece un poco de 
este achaque filosófico. Yo no sé sobre 
gué se tratará hoy en nuestra academia, 
pera se disputará mucho. 
Al acabar estas palabras vimos entrar 
un hombre seco, muy grave, cejijunto y 
fruncido. No le perdonó. mi caritativo 1ns- 
tructor. 
—Jiste es-——me dijo,—uno de aquellos 
entes serios que quieren pasar por hon- 
bres de gram. talento á favor de su silen- 
cio 6 de algunas sentencias de Séneca, y 
que, examinados de cerca, no son más 
que unos pobres a 
Tras de éste entró un caballerito de bas- 
tante buena presencia, pero con aire d 
hombre pagado de si mismo. Pregunté á 
Ao lina quién era, y me respondió : 
—Es un poeta dramático, el cual ha 
compuesto cien mil versos en su vida, que 
no le han valido cuatro cuartos; pero en 
recompensa com sólo seis renglones en, 
prosa acaba de formarse una buena renta. 
Iba á decirle que me explic: ase en qué 
habi QU sistido € Ll hal CY lo; oral lo ó tar 
poca costa aque lla 
rumor en la escalera. 
¡ Bravo! —exclamó el maestro de pa- 
su —aqui tenemos al licenciado AAA 
mario, que se deja oír mucho antes que 
ee le vea. Comienza á hablar en iba cds 
desde la puerta de la calle, y no lo dej 
1 1 11 
hasta que vuelve á salir por ella 
de 
fortuna, cua do ol 
' Y PE 
Con efecto, resonaba en toda la « 
la voz del licenciado Campanario, que el 
fin se presentó en la antesala con un ba- 
chiller amigo suy: no cesó de hablan 
mientras duró su vi: 
$ ] 3 ] o Wa lhra y 
Este licenciado—dije 4 Molina-—p: 
rece hombre de ¡ng nio. 
— al, lo es En tiene Ocu- 
rrencias muy ¿ Ba expli con 
divertida la 
gracia y agudeza: es y ( 
LAA pero, además de ser ha- 
blador molestisimo, repite siempre sus 
dichos y cuentos. En suma, para no esti- 
de lo que valen, es- 
Les 
boy persu: xdlido de que su mayor mérilo 
2mico y festivo con 
consiste en aque l aire có! 
y creo que 
] cosas 1 
mar las 
que sazona lo que dice, y a o qu 
le haría mucho honor una colección ae 
sus agudezas y sus gracias. 
Fueron entrando después otras perso- 
mas, de todas las cuales me hizo Molina 
muy graciosas descripciones, sin olvidam 
la pintura de 
gusto. 
la Marqu esa, que fué de mi 
HISTORIA DE GIL PBI 
¡AS DE SANTILLANA 
—Esta—me dijo, —tiene tal 
lar, en medio de su filosofía. f 
no es impertinente, y da po: 
á los que la sirven. Entre las personas 
distinguidas es de las más racionales que 
no se la advierte pasión al; uno: 
ni el juega ni los gal 
sólo le agrada la 
palabra, su vida se 
mayor parte de las damas. 
Este elogia del maestro de pajes ma 
hizo formar un concepto ventajosa de mi 
ama. Sin embarg 
pude nen | 
enemiga del amor, 
sospecha fué el siguient 
Estando una mañana en el 
presentó en la antesala un hombrecillo co- 
mo de cuarenta años, pero de malisima 
a más mugriento que el autor Pedro 
de Moya, y á mayor abundamiento muy 
corcovado. Diíjome que deseaba hablar 
la Marquesa, y preguntándole yo de y 
te de quié Dn: 
—|De la mia !-—me respondió arrogan- 
11 
días desp més no 
que no era tall 
nento de mi 
cador, se 
te :—diga usted á la señora que soy aquel 
caballero del cual estuvo hablando ayer 
con doña Ana de Velazco. 
Apenas se lo dije á mi ama 
toda enajenada de DR 1, me Dido que 
lo hiciese entrar. No sólo le reci 
extrañas demostraciones de aprecio, sino 
3 criadas, da 
1 
cuando, 
nodo q ] ] afortunado 
prov ho, se quedó 
riad V YO 1 rel- 
y visita Lan graciosa 
, al cal la cual mi 
n mil e 1as expre 
straban bien lo contenta 
que qu laba de él. 
-. y 1 
En efecto, lo quedó tanto, que por la 
noche me llamó aparte y me dijo; 
Gil Blas, ndo venga el 'corcovado, 
hazle entrar en mi gabinete lo más secre- 
tamente qué puedas 
Este encargo, 
cho en qué sospe: 
y ' ; 
Sin émbareo, « lecier 
9 que me dió mu- 
lo la orden de 
la Marquesa, luego que se dejó ver aquel 
hombrecillo, que 3 4 la mañana siguien- 
te. le introd e vor una escalera excusada 
hasta el gabinete de mi señora. Caritati- 
vamente hice lo mismo por dos ó tres ve= 
ces, de lo cu: + inferí, Ó que la Marquesa 
tenia estrafa! 3, Ó que el 
corcovadillo le servía de tercero. 
as inclin 1
	        
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