i
GIL 1
HISTORIA DE
»los veo en ella, les aseguro por quien soy
»que han de ver lo que les pasa.
»Cuando Morales y yo oímos decir que
»estábamos libres spirar,
»Quisimos hablar con resolución y
»mor que éramos hombres de honor; pero
»el alguacil con una mirada de soslayo nos
volvimos ú
m
sOSsLe-
No sé por qué esta gente
npuso : ilencio
»tieno
ascendiente sobre nosotr 10)
»+n08, pues recisados 4 ceder Florentina
»y la dote 4 Pedro de la Membrilla, que
á ser yerno de
»vorosíimilmento pas
»nimo de Miajad: 3.
»Retiréme con mi camarada, y ti OS
vel camino de Trujillo, con el consu de
ber, á lo menos, ganado cien doblones
sen des aventura, Una hora antes do
»anochecer pasábamos por una aldea con
»ánimo de ir ha hacer noche más adelante,
de bastanto
»y en ella un mesón
»! apari necia par: aquel lusar. Est
» mesonero y ] ( d 164
ȇ la puerta en un poyo. ll mes
we alto, seco y ya entrado e
or rascando una guitarra para
»iir á su mujer,
Viendo el mesonero que pasába-
»mog de largo:
ra.
que mostraba olrie con
» LOres 108 ) 4, U8-
nt 1 ) lios |
»edes que agan a l 18 y
leguas mortales á la primera posada,
que no lo pasarán tan bien co-
»mo aquí; entren ustedes en mi casa, que
»serán bien tratad
»Dejámonos persuadir:
»más al mesonero y 4 la mesonera ; salu-
»dámoglos, 7
»ellos,
»y cróame
3 por poco din TO,
acorcámor
habiéndonos sentado junto á
nos 3 usimos todos cuatro 4 hablar
El mesonero decía
Santa Herman-
era tenía pinta de ser una
»buena pieza que sabía vender bien sus
ferentes.
:
»de cosas ind
»que era cuadrillero de la
»Interrumpió nuestra con
1 es ' :
»Uega la de doce ú quinco hombres
003, unos en caballos y
»seguidos de como unos
Carga.
»—¡ Oh,
»el mesonero.
»anta gente ?
»En un instante
»hombres
cuántos huéspedes !—exclamó
1) Dónde M cl vo alojar á
6 | v y
llen a de
Habla por for-
granja corca del me-
log ma-
dlos sa
so vió la alde
y de caballerías,
»tuna una espaciosa
»sÓn, en la, que so acomodaron
chos y cargas, y las mulas y ca
1
149 DE SANTILLANA 165
»repartieron en varias caballerizas del mo-
»són y del lugar. Los hombre: pensaron
»menos en donde habian de piba que en
»mandar disponer una buena cena,
1paron en A el mesonero, la me-
»sonera y una ada, dando fin de todas
Con esto y un guil-
vato y una abundan-
coles hectis con Carrero, hubo
la que
»58e 0C1
U
1
»Iiag8 aves de peo y
1
1
y ]
»sado d
con ejo Y (
»Lo SOpa de
»para toda la comitiva.
» M des y yo mirábamos á aquellos ca-
) ros, los cuales también nos miraban
ȇ nosotros de cuando en cuando. En fin,
»trabamos conversación, y les dijimos que
»si lo tenían á bien cenarlamos nh compa-
»ñ1i habiéndonos respondido que ten-
»drían en ello particu lar gusto, nos $ '
»tamos todos juntos á la mesa. Intro ellos
»había uno que
»los demás
»ba
mocía que le miraban co veun res]
UN ,
parecía que mandaba á
r aunque éstos le trataban con
iliaridad, sin
embargo
que ocupaba siempre el 1u-
E
a de E
distinguido; que rablaba alte
;
4 los otros
veces contradi
que lejos de
C ]
»Que
»8in repal
»con él
»herl
hacer 14 misimo
»I y
»COI q
»ehi voy,
»hab ]
» ¡0F allero, usted h y el elogio di la
»ciudad donde yo naci, ó 4 lo menos muy
»cerca de ella, porque mi madre me dió
ȇ luz en el arrabal de Mairena.
»—En el mismo me parió la mía-—res-
»pondió Morales, —y no es posible que yo
»deje de conocer á mE arientes de usted,
»conociendo desde el alo dde hasta la úl-
»tima persona del arrabal. ¿Quién fué su
»señor padre?
») ( hi lo ( no ondió l
1 ) | 10 rbín Mor: ales.
»—;¡ Martín Morales l—exclamó mi cor
»pañero no menos alogre que sorpren lid
»—¡4 fo mía que la aventura es
»traña! $ mi hermano ma-
»YOr
bien ex-
in eso sols
Mor le
» da mente — respondió el otro,-—y,
»por consiguiente, tú eres mi hermanito
»Luis, á quien dejé en la cuna cuando
»sali de la casa paterna.
»—Ese es mi nombre—replicó mi ca-
»marada,
»Y dicho esto, se levantaron los dos de