Full text: Historia de Gil Blas de Santillana

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180 HISTORIA DE GIL BLAS 
»Duque. Ofrecile mis obsequios lo más 
»cortésmente que pude, y en vez de 
»otenderse de mi osadía y de responder- 
»me con enfado, me dijo, sonriéndose : 
»—Confesad, don Ratael, que el Gran 
»Duque ha tenido grande acierto en ele- 
»gir un agente muy fiel y muy celoso, 
»puos le servís con una lealtad que no 
»hay palabras para encarecerla. 
»—Señora—le respondí en el mismo to- 
amo, —las cosas nose han de examinar con 
»tanto escrúpulo. Suplicoos que dejemos 
»ú un lado las reflexiones, que conozco na 
»mo favorecen mucho; yo solamente sigo 
ra que me dicta el corazón. Sobre todo, 
no creo ser el primer confidente de un 
»Príne ipe que e n punto 4 galanteo ha sido 
»iraidor 4 su amo. Es cosa muy frecuen- 
»to en los grandes señores hallar en sus 
»Mercurios unos rivales peligrosos. 
»—Bien puede ser así—replicó Lucre- 
»cla; pero yosoy altiva, y sólo un'Prín- 
»ciposería capaz o ) mover mi inciinación. 
»Arreglaos por este principio —prosiguió 
»ella volviendo 4 revestirse de su netural 
seriedad, y mudemos de conversación. 
»Quiero olvidar lo « me acabáis de 
adecir, con la condición de que jamás og 
»suceda volver á tocar semejante asunto, 
»pues de lo contrario podréis arrepentiros. 
» Aunque éste era un aviso al lector, de 
»que yo debiera haberme aprovechado, 
»prosegul no obstantla en hablar de mi pa- 
sión 4 la mujer de Mascarini, y aun la 
»importuné con más eficacia que antes é 
»que ' 
ȇ tal extrema mi tiemeridad, que quise 
Aoi de rs libertades. Ofendida em- 
»tonces la dama de mis expresiones y de 
»mis modales musulmanes, ro llenó de eó- 
»lera contra mí, amenazándome de que 
»mo tardaría el Gran Duaue en saber mi 
»insolencia y que le suplicaría me ca bigar 
»se como merecía. Dime yo también por 
»ofendido de $us amenazas, y convirtién- 
rdene en. odio mi nor, d niné tomar 
»venganza del desprecio con que me había 
tratado. Fuíme 4 ver con su marido, y 
»después de haberle hecho jurar que no 
»me descubriría, le informé de la imteli- 
gencia que reinaba entre su mujer y el 
»Principe, pinta 1mdola muy'enamorada pa- 
rra dar més interés é la relación. Lo pri- 
»mero que hizo el ministro para precaver 
»todo accidente, fué encerrar sin más ce- 
»remonia en un cuarto reservado á su en- 
»posa, encargand A] ersonas de toda con- 
ño, llevand: 
pondiese 4 mi car 
DE SANTILLANA 
»Mianza que la custodiasen estrechamente. 
»Mientras ella estaba cercada de vigilan- 
»tes Argos que la observaban y no deja- 
»ban camino alguno por do Ae pudiesen 
dllegar al Gran Duque noticias suyas, yo 
»me presenté é este Principe con rostro 
»rista y le dije que no debía pensar más 
»en Lucrecia, porque Mascarini sin duda 
»había doscubiert ta kodo nuestro enredo, 
»puesto. que había comenzado 4 guar dar 
»á su mujer; que yo no sabía por dónde 
REecRe haber entrado en +2 da 
»mí, pues siempre había yo usado del ma- 
»yor disimulo y maña; que quizá la mie- 
»ma Lucrecia habría informado de toda 
»á Su 2 y de acuerdo con él se ha- 
»bría dejado encerrar para librarse de so- 
»licitaciones que ponían en sobresalto su 
»virtud. Mostróse el Principe muy adligi- 
do de oírme: entonces me compadeció 
»mucho su sentimiento, y. más de una 
»vez me pesó de lo que había dicho; pera 
»ya na tenía remedio. Pe r otra parte, 
¿ 
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4 
»confiesa que experimentaba un mal 
»placi r cuand ( sid el ent 
»que había reducido mujer 
llosa que había despreci: ado mis suspiros. 
»Yo gozaba impunemente del placer 
»do la venganza, cuando un día, estan- 
5 en. presencia del Gran Duaue con 
»cinco 4 seis señores de gu corte, nos 
¿pri euntó 4 todos : 
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»>—¿Qué castigo 08 parece que merece 
»1 f 1 l | 1 ( busa lo de 
») MA iy ¿ intentado 
»rol 
» — respondió uno de los 
»O01 ser descuartizada vivo. 
Pi 4 A) A 
NObrO Opinó 
que debía ser apaleada 
»hasta que expirase; el menos cruel de 
estos italianos y el que se mostró más 
»favorable al delincuente, dijo que ¿1 se 
»contentaría con hacerle arrojar de lo 
palito de una torre. 
»—Y don Rafael —replicó entonar el 
»Gran Duque, —¿de qué parecer e3? Por- 
»que estoy persuadido de q li $ 
8 severos que los. ita- 
18 Ocasiones. 
»ñíoles no son men: 
»li lanor en seme] 
»Conocí bien, como se puede discurrir, 
»que 'Mas carini había violado su juramen. 
»io, Ó que su mujer había hallado medio 
ade informar al Gran Duquerde cuanto ha- 
»bia pasado entre los dos. En mi rostro 
»se echaba de ver la turbación que me 
»agitaba; pero, á pesar de ella, respondi 
»con entereza al Gran Duque:
	        
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