260 HISTORIA DE GIL BL
) EAS Ri, de ES
dinero. Ha acudido á mi y me ha dicho
«Mi amado Lemos, "es preciso que me
»busques al momento esta cantidad. $
»que te incomodo, que apuro tu bolsillo,
»y por tanto mi corazó
»decido; y s8l On tiempo me hallo en
ado de serte reco ido de Oro má do
por el agradecimient á todo lo que
hecho por mí, no te arrepentirás de
rn Pa » Yole
rándomo de él ix
1 spondi, 5 pa-
mediatamente:; «Princl-
o, e amig
y car lo que V. A. desea. »
No es difícil satisfacerle—dijo enton
e | Duque é su mea o.—Bantillan:
Hl 1] val este dinero, d $l mM 31 , él ]
10 comprará las j: , porque es muy in
teligente en pedrerías y, bre todo, en
rublos. ¿No es verdad, Gil Blas! aña
dió mirándome con aire taime
¡Qué malicioso sois, señor!
pondi;—veo que V., E, quiere
á costa mía al señor Conde.
1s1 sucedió, El sobrino preguntó
pre
1 Ñ meerraba
es que un día $: ma quiso trocar un
diamante por un rubl, y es trueque no
redundó ni en honor ni en provecho £ suyo.
Hubiera salido bien librado si el minis
1» hubiera dicho más; pero se amó
el l Ol Lal ] DICZ qu Camil
y don Rafael me nabla ju a ]
sada de caballeros, y ge extendió partici
larmente en las cir
sentía. Después de
5. E, me mandó acompt
Lemos, quien me llevó 4
ro, en donde escogimos
mos á enseñar al Princi;
cuales se me confiaron 7
tregase 4 Catalina, y d
casa 4 tomar dos mil dobl
del Duque para irlas 4 1
Es 1] 'aotuntar
18 OUIOSO Preguntar €
las sBenoras
1 .
de Mi em-
] ad
ello par as
te me recibieron con af
cuando les presenté los regalo
bajada, que consistían en un
rosetas de diamantes para la tía, y unas
arracadas de lo mismo para la sobrina.
Enajenada una y otra con estas demostra
ciones de amor y generosidad del Prin
cipe, empezaron a cena 11 GOY o di 2000-
rras y á darme gracias porque les habl:
ugenciado tan buen conocimiento, y con
1 ] 1
el exceso de su alegria dieron a entender
lo que eran, Se les escaparon algunas pa-
AS DE SANTILLANA
labras que me hicieron sospechar que yo
había facilitado una bribona , de
nuestro gran Monarca, Para averigua
certeza si había sido autor de kan * buen:
obra, me retiré con intento de tener una
conferencia con Escip
QUIÉN ERA CATALINA: PERPLEJIDAD DE GIL
BLAS ; SU INQUIETUD, Y LA PRECAUCIÓN
: INQUILIZAR SU
entrar en mi cs
pito, y preguntada la ca
ron que Escipión teni
ami "4 JS suyos
to más alto podían y daban
cajadas de risa. ista esce
no era el banquete de los siete sabios.
El que daba el festín, luego que supo
mi llegada, dijo 4 sus convidados :
—Hfeñores, no es nada ;
ha vuelto; no os inquieté
4 pa e
tinuad a1v
] E ic |
bras y al imstante vuelvo.
Dicho esto, se vino 4 mí.
—¿Qué griteríla es e
"e de personajes Í
qué c
jo? ¿Son poetas /
-——Perdone usted-—me re pondió :—803
ría lástima dar de beber 8ULro vino 4 gO=
mejal 1 sujet y yo ¿heces mejor uo
le e] | hay un joven
que hb elplieo
tra med 1Ón y por gu dinero,
] 4 |
a suya se | la ta. A ca
18 bi menta diez doblones 4
ha de tocaros, y qui hades
e supuesto—le respondí, —vuél:
mesa y no escasees el vino de
¿gué oportuno habl
wle entonces
ina, dejándolo para por la maña-
na al levantarme, lo que 1 de esta
suerte :
—Ámigo Escipió , 6ú sabes de qué moz
do vivi dos; yo te trato más como
á compañero que como ú criado, k por
consiguiente harás muy mal en engañarz
me como á amo. Entre n« Mi no ha
de habe Y. secreto:
vOy á decirbe una cosa
tú por tu parte
de E 8 dos mu-
jeres que me has dado 4 conocer. Haz
blando los dog en satisfacción, sospecho
que Ue sorprenderá, y
me dirás lo que piensa: