HISTORIA DE GI
edad esposa de un
ai sin re-
perimental 2.
»ronzada de ser á su
* pala como aquél, ge
»serva al gozo que en ello ex
»Toda la nobleza cordobesa de uno y otro
Sexo
ma y
estuvo convidada á una espléndida
4 un balie no menos suntuoso
| més ; al fin del cual nues-
cas wlos des:
DCf
parecieron para
Diros
dir
3 3 recién l
á una hi ¡bitación donde, encerrándose
r cOnmig ro, la M:
»con una navy o!
»quesa 10 e 1 an , Ae 15:
»—Don Manrique, le aqui vuestro
| [ al otro extremo de la
uno estará en el
viviremos juntos como
»mad ,é6 hijo.
»Al principio se engañó mi amo, cre-
»y Judo qui la señora no lo hablaba de
aq ella
vlo hicie e una dulce v1
»nándose que por buena corres
suerbe sino par igarle 4 que
vella y so ofreció con vivas insbs
»sorvirle de ayuda de
»muy lej OS de permitir que la d
ple desvió con sermblante serio, dici
»—Deteneos, don Manrique;
cámara ;
»neis pol yA É val
»vuel p raoilida
Ol kk oca K nO ] Y la]
»SIN para p JOrcionar las y ja
»puedo por nuesiro ci rato matrimca
»Este « im don grabuito de mi corazón,
y nO E o de y no
»demostraciones
» Dic) O esto A
» p nu , retirá lol el
, criada, y prohibiendo a
te al caballero que la acompan .
ués que se retiró permanecimos |
»dos un gran rato atónitos de lo que aca-
»búbamos de otr.
» mi amo (
»ra! me ha dicho la Mary
»sa ? haces de una señora co-
2m0o
» 1) le respondi, que es
ade lo que no hay. ¡Qué dicha tiene us-
died en poseerla ! Esto se llama un bene-
dicio simple sin carga.
>» Yo replicó don Manrique,
Yhbo de admir:
dun apreciable, y pr tendo compens:
»todas las atenciones ima rinables e cp gacrl-
dlicio que ha cho por mi.
inuamos hablando de la
nos retiramos 4 dormi
no aca-
r el cari ácter de una esp
señora, V
NO". UD
Y
y
A
AS DE SANTILLANA 920
»una cama que había en un cusrtito in-
»mediato, y mi amo en otra reg
»magnífica que le habian puesto, y en la
»cual creo que allá en lo íntimo de su co-
> razón no le pesó
»dando pag ado do ello con un ligero s
»El día siguiente comenzaron de nuevo
mucl ho dorm lr e
os, en los que la reción casa-
»da se mostró de tan buen humor, « hó
»nuevo pábulo 4 las chanzonet
»zumbones. Ella era la primera que '
reía de lo que decian, les excitaba á chan-
»coarso, y aun les daba pie para que au-
»mentasen la chacota. El ]
as de 16s
y 1 »
caballero
4 7 mes Y y 4
»parte no se mostraba menos contento que
INASa * v ] » | " 4
esposa; y al ver el aspecto e )
10 la miraba y le hablaba, se hu-
ra dicho que es taba enamorado de la
Aquella noche tuvieron los
»dos esposos otra conversación, y qued
»ron de acuerdo en que, sin in omod
otro, vivirian del mismo modo qua
In embargo, merece el arse 12 C ( y
»ta de don Mar et OO a 1d -
»ras á su mujer lo que pocos maridos
»hubieran hecho en su lugar, que lué apar-
»barse del trato que tenía con ciert: eño-
»r de la cl edia, á quien ba
» len espondid ' Ley
» decia, 1 ner una amistad q pa-
cía insultar la delicada conducta que
> > parra eli
>M ¡entr ba dando pruel 1 visi-
»bles de nto 4 a 13
»ancla ell l agaba con Wi
», > ] > Ei ole d 1 (
»Arca ul que valla más que la
»do Vel op . Como habia reformado su
durante su viudez, la restituyó al
mo pie en que estaba en vida di
y marido: aumentó el número d
mM > " r
llenó sus « de cal )
»y 1 . una y y Ss gen
> 19 DOn Ss, €l más pobre
| orden de Alcántara llegó 4 ser el más
»opulento de ella. Acaso me preguntarán
les qué saqué do todo esto: mi au
Y
»mo regaló cincuenta dobloney,
yciento, lt ore además 2u secrebario
»con el sue
»aun hizo de mi bant
Ido de cuatrocientos escudos , y
a confianza, que mo
»nombró gu tesorero.»
—¡8u tesorero !—exclamé,
á Escipión cuando llegó
so, y riéndome á carcajadas.
interrum
á este pa-
-—Si, señor-—me replicó con semblante
es
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