Full text: Historia de Gil Blas de Santillana

HISTORIA DE GIL B 
las gratificaciones que se daban del cau- 
dal de $. M. Para lograr la ejecución de 
este SS que no podía verificarse sin 
mudar la faz del biem; me mandó 
componer otra memoria, cuya substancia 
v 1ULOdo 110 imdicó:; en segul ne €el- 
cargó que procurase elevar lodo lo posi- 
ble la ordinaria sencillez de mi estilo para 
dar más dignidad á mis frases 
Ya mo he hecho cargo, señor 11» 
jo: —V. E. quiere sublimidad 
tez, pues las tendrá. 
Encerróme en el mi 
anteriormente había trabajado, y allí puse 
manos á la obra después de haber invoca- 
genio elocuente del arzo! 1spo de 
Granada. 
Comencé por exponer que era preciso 
conservar con todo rigor los fondos que 
había en las arcas reales, que no debían 
emplearse absolutamente sino en las ne- 
cesidades de 
se ¡QA me 
¿mo gabinete donde 
á como daue eta 
un fondo sag ¡ue se debía reservar 
ara imponer to 4 los enemigos de 
la nación. Después hacía presente al Mo 
narca (que era 4 quien se dirigía la me- 
moria) que, suprimiendo . pensiones y 
grabifi caciones car das 8 bre la real 1 ha- 
privaba del gusto 
cienda, no por es 
que tendría en recompel 
r gener 
1men- 
te el mérito y servicios de los vasallos que 
se hiciesen acreedores á sus reales gra- 
las; pues sin tocar dá su besoro quedaba 
en estado do conceder grandes recompen- 
gas: porque para unos tenía virreinatos, 
gobiernos, hábitos de las órdenes milita- 
res y empleos en sus ejércitos ; para obros 
encomiendas, sobre las cuales podría im- 
poner muchas pe nsiones, titulos de Cas- 
tilla y magistraturas ; y, por último, todo 
género de benefic iog eclesiásticos para los 
que quisiesen seguir la carrera de la Igle- 
sla. 
Esta memoria, mucho más larga que 
la anterior, me ocupó cerca de tres días, 
y por mi fortuna salió tan acomodada al 
gusto de mi amo, por estar atestada de 
voces enfáticas y de cláusulas metafóricas 
que me colmó de alabanzas. 
-—Mucho me agrada lo que has hecho 
me dijo, —enseñándomoe be pasajes más 
pommposos: éstas sí que son expresiones 
vaciadas en buen molde. ¡ Animo, amigo 
mio! ya estoy previendo que me servirás 
de Sado utilidad. 
Sin embargo, en medio de los elogios 
¿Que me prodigó, no dejó de retocar la mo- 
¿AS DE SANTILLANA 341 
11 
lla mucho de su casa, 
mó uno pieza de elocuencia que ad- 
) al Rey y á toda la corte. El público 
ión con su aprobación, pre- 
des para lo venidero, y se 
ue la Monarquía recobraría 
ndor Jaja « | ministerio de: 
insigne. Y ¡endo S. E. la 
ama que le había granjeado uel 
por la parte que yo 
gieso algún fruto; y asi 
se me diese una pensión de 
_ escudos sobre la encomienda 
30 que me fué tanto más 
1nbo mes éste no era un bien 
> lo habi a 8 ranado con 
puso €l 
VII 
POR QUÉ CASUALIDAD, EN DÓNDE Y EN 
10 VOLVIÓ Á ENCONTRAR GIL 
148 Á ) FABRICIO, Y CONVERSA- 
( Q ¿RON 
Ninguna cosa le gustaba barto al Con- 
de c AO saber lo que se pensaba en Ma- 
drid de la conducta: que observaba su mi- 
nisterio. Todo los dlas me pregunt 
se decía de él, y aun tenia pa 
as que le cont; ban puntualmente cuanto 
sión. Le referían hasta 
conversaciones que habían 
oído; y como les tenia encargado que le 
lijesen francamente la verdad, no tenía 
poco que sufrir algunas veces su amor 
propio, porque la lengua del pueblo es 
tan suelta que nada respeta. 
| 
pas ba en la pob 
] 
as 
ís ligeras 
Lia go que conoel que el Conde era 
] 
amigo de que le diesen noticias, me dedi- 
qu ir por las des s 4 los sitios públi- 
COS y mezclarme en las convelt clones do 
personas decentes, donde hubiera. 
Cuando hablaban del Gobierno escuchaba 
atención, y si decian algo digno de 
lo supiese 5. E., no dejaba de noti- 
pero debe observarse que Jamás 
nada que no le fuera favorab le. 
endo en cierta ocasión do uno de 
estos sitios, pasé en delante de la puerta 
de un hospital, y me dió gana de entrar 
en él. Recorri , ó tres salas llenas de 
poca y mirando á todas partes, vi 
ntre aquellos desgraciados, á quienes no 
podia considerar sin lástima, uno que £30 
mi atención, porque mo pareció ver en ú
	        
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