Full text: Historia de Gil Blas de Santillana

ho 
HISTORIA DE GIL BLAS DE SANTILLANA 347 
—peseo mucho—e repliqué,—que lo- 
gre todo el aplauso y concepto que tu 
ingenio me hace esperar. 
—Yo también lo espero—me dijo él:— 
verdad es que no hay esperanzas más la- 
libles que óstas, por estar tan inciertos 
los autores del éxito que tendrán sus obras 
en las tablas. 
Llegó, en fin, el día de la primera re- 
presentación. Yo no asisti 4 ella por ha- 
berme dado el ministro cierto encargo que 
me lo estorbó; y lo más que pude hacer 
fué enviar á Escipión para que á lo me- 
nos me informase del éxito de una pieza 
en que me interesaba. Después de haber- 
lo estado esperando con impaciencia, le vi 
entrar con un semblante que me dió mala 
espina y no me dejó presagiar cosa buena. 
—Y bien—le pregunté, —¿cómo ha re- 
cibido el público á 1 Conde de Saldaña ? 
—Malisimamente—me respondió :—en 
mi vida he visto comedia tratada con ma- 
yor ignominia ; me he salido indignado de 
la insolencia del patio. 
—No estoy yo menos indignado—le 
respondi, —contra la manía que Núñez tie- 
ne de componer piezas dramáticas. ¿No 
debe haber perdido el juicio para prefe- 
rir los ignominiosos silbidos del popula- 
cho al decoroso estado en que pude colo- 
carle ? 
Asi me desahogaba yo echando pestes 
contra el poeta de Asturias por la inclina- 
ción que le tenía, afligióéndome de la des- 
gracia de su drama, mientras él estaba tan 
Satisfecho de su obra. 
Efectivamente, .dos días después le vi 
entrar en mi cuarto que no cabía en sí de 
gozo. A 
—Santillana—exclamó alborozado luego 
que me vió—vengo ú darte parte de mi 
suma felicidad. La comiposición de una 
mala tragedia ha caugido mi fortuna. Ya 
sabrás lo mal que fué recibido mi pobre 
Conde de Saldaña: todos los espectadores 
so amotinaron contra él; pero este des- 
enfreno universal fué justamente el que 
aseguró mi dicha por toda la vida. 
Quedé aturdido al oir hablar de este 
modo al poeta Núñez. 
—¿Cómo así, Fabricio? — le pregunté 
pasmado:—¿es posible que el alto des- 
precio con que fué tratada tu tragedia sea 
precisamente el motivo de tu desmesurada 
alegría ? 
——Así es ni más ni menos—me respon- 
dió.—Ya te dije la mucha parte que don 
Beltrán tuvo en su composición ; por lo 
mismo la calificó de un obra á todas lu- 
ces excelente. Picado en extremo de que 
el público hubiera sido de un sentir tan 
contrario al suyo, me dijo esta mañana: 
«Núñez, vitriz causa dias, pacuil, sed vic- 
»ta Catoni; si tu tragedia pareció tan mal 
»á las gentes, á mí me gustó mucho, y 
»esto te debe bastar. Y para que te con- 
»sueles del dolor que naturalmente te cau- 
»sará la injusticia y el mal gusto del siglo 
»presente, desde ahora te señalo dos mil 
»escudos de renta anual y vitalicia sobre 
»todos mis bienes. Vamos desde aquí á 
»casa de mi escribano á otorgar la escri- 
»uura.» Con efecto, partimos inmediaba- 
mente. El tesorero firmó la escritura de 
donación, y me ha pagado el primer año 
anticipado. 
Dí mil parabienes á Fabricio por el des- 
graciado éxito de su Conde de Saldaña, que 
había redundado en provecho de su autor. 
—Tienes razón—prosiguió él, —en cum- 
plimentarme por una cosa tan extraña. 
¡ Dichoso yo una y mil veces de haber Sl- 
do silbado! Si el público, más benévolo, 
me hubiera honrado con sus aplausos ¿qué 
fruto hubiera sacado de ellos? Ninguno, ó 
á4 lo sumo algunos reales, que de nada 
me servirian ; pero los silbidos en un 1ns- 
tante me han puesto en estado de pasar 
cómodamente el resto de mis días. 
xl 
CONSIGUE SBANTILLANA jUN EMPLEO PARA 
ESCIPIÓN, EL CUAL SE EMBAROA PARA 
NUEVA ESPAÑA. 
No miró mi secretario sin alguna envi- 
dia la impensada forbuna del pocta Nú- 
ñez, de manera que en toda una semana 
no cesó de hablarme de ella. 
—Admirado estoy—me decia, —de los 
caprichos de la fortuna, la cual muchas 
veces parece que se deleita en colmar de 
bienes 4 un detestable autor mientras aban- 
dona á los mejores en manos de la mise- 
ria. ¡Cuánto celebraría yo que un día se 
le antojase hacerme rico de la noche á la 
mañana | 
—Eso—le dije, —podrá quizá suceder 
más presto de lo que piensas. Tú estás 
ahora en el templo de esa deidad ; porque, 
si no me engaño mucho, la casa de un 
primer ministro se puede muy bien lla- 
e q 
AE ERAS 
Le 
A As
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.