Full text: El hijo legal

110 ARTEMIO PRECIOSO 
nd 
cuando ella aparecía, mis gritos cesaban, y, aver- 
gonzado, me iba, mordiéndome los labios, a un 
rincón. Ella decía: 
—Dejadme sola con él, que yo veré lo que 
quiere, 
Y cuando se quedaba sola conmigo, me cogía, 
me arrastraba hacia sí, me colocaba sobre sus 
muslos, y, besándome en la frente, en las meji- 
llas y en los ojos, decía : 
-—Dime, dime, hermoso: ¿por qué lloras? Yo 
sé que eres bueno. Yo sé que no te comprenden. 
¡Ah, si yo estuviese siempre contigo! ¡Es que no 
saben tratarte, no saben que tú no eres como 
los demás... 
Y había en sus palabras una tan inefable dul- 
zura para mí, que, cautivado, abría mucho los 
ojos, y la miraba, la miraba, invitándola a que 
siguiera hablando... 
Y ella hablaba, hablaba de las almas incom- 
prendidas, de los corazones rotos por la grosería 
y la torpeza ajenas, de la falta de tacto para tra- 
tar a ciertos espíritus delicados. 
Y un día terminó así: 
-Yo sé que, a pesar de ser un chiquillo por 
la edad, eres un hombrecito que siente como los 
MAyores... 
Entonces yo rompí a llorar sosegadamente, y 
ella me animaba a seguir llorando: 
—lLlora, nene, llora, que eso te hará bien... 
Pero al ver que el llanto no cesaba y que era 
cada vez más intenso y más amargo, preguntó;
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.