Full text: El hijo legal

160 ARTEMIO PRECIOSO 
riéndola tanto? Y si la quería tanto, ¿cómo ha- 
bía podido traicionarla? ¿Puede un hombre trai- 
cionar a una mujer queriéndola mucho?... Juan 
contestó negativamente. ¿Quería él, puts, a Mer- 
cedes o no? j 
Supo, después de mucho pensarlo, que sí la 
amaba. 
El haberle pedido relaciones a Amelia había 
sido un capricho leve, pasajero. Gon cambiar de 
hospedaje al día siguiente estaba resuelto el 
compromiso que se le avecinaba. 
Esto lo decidió con energía. 
Pero pensó en Amelia, en la delicadeza de sus 
pensamientos, en la dulzura de su voz, un poqui- 
tín gangosa, pero agradable, 
Y sufrió; sufrió mucho; se desesperó; se mal- 
dijo. 
Por último, y en un rayo de luz, comprendió 
con claridad la clave «dle su error y de su des- 
gracia. 
¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado antes? Si, 
<f. La sociedad, la ignara sociedad, los hombres 
todos. He ahí los culpables. En un momento de 
imbecilidad habían dado reglas para reglamen- 
tar el amor, para medirlo, para ponerle tasa, 
¡para prohibirlo! 
¡Ah! Los hombres pueden reglamentar cosas 
vanas, triviales y anodinas. Pero... reglamentar 
el amor... Vamos, que no. ¡Son muy pequeños 
para eso! 
Juan pensó esto y se alegró, Recordó al insig- 
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