PLACER, DOLOR Y FELICIDAD 119
que había comenzado, aunque con
espíritu y forma bien diferentes.
Meses después apareció la última
obra de Leslie Pearson, y la crítica
dijo que era la mejor que había es-
crito por su humana comprensión y
santa y sincera verdad.
Esta obra la terminó ya Leslie de
su propio puño y letra merced a su
brazo artificial, maravilla ortopédica,
debido al Instituto de Reeducación
del Mutilado de la Gran Guerra, con
lo cual no necesitó más la peligrosa
cooperación de secretarias mecanó-
grafas, pudo dar rienda suelta a su
imaginación sin el obstáculo de la
odiosa máquina de escribir y recobró
la elegante silueta para sus lides tri-
bunicias.
FIN