Full text: Placer, dolor y felicidad

PLACER, 
arpa, había sacado del cajón del to- 
cador un retrato de Le 
¡Virad, mirad, qué guapo! 
Y lo besaba y lo mostraba en alto, 
como si fuese una imagen. Todos la 
rodearon. 
La rubia quería quitárselo, y en- 
tonces tomó una gran caja de bom- 
bones exquisitos y se la dió a la nena, 
que abandonando con gracioso ade: 
mán el retrato sobre el tocador, « 1310) 
la bombonera y apretándola sobre el 
pecho, exclamó: «Dadme olvido con 
Vuestra dulzura»... Y se llenó la boca 
de bombones 
¡Qué  loquilla 
demás ¡Quién supier: 
tú la vida! 
exclamaron las 
tomar como 
En aquel momento entró una dama 
que venía de la calle, vistiendo elegan- 
tísimo traje sastre. 
Saludó a todas con besos lanzados 
“on la punta de sus enguantados de- 
dos. 
Traía un diario debajo del brazo. 
Os suponía aquí, en el mentide- 
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YO... 
- Entretanto, no os enteráis de nada. 
. ¿Qué? ¿Qué hay?-- dijeron las ni- 
Ñas todas a un tiempo, corriendo hacia 
la bella que acababa de entrar. 
Esta se escurrió, levantando el pa- 
pel en alto. 
Dejadme respira 
desde «La 
fuí 
¡uf!, vengo a pie 
Ciudad de Londres», donde 
2 pagar mis cuentas... ¡Por fin! 
“El auto lo retiene mi encantador 
Marido, modelo de galantería... ¡Si 
fuera ] 
Y así diciendo se sentó frente al 
tocador y se pasó por la punta de la 
Nariz la borla de los polvos, y el lápiz 
SS carmín por los labios. 
eslie!... 
>. ó m 
-Ta muy joven y encantadora. Se 
DOLOR Y FELICIDAD 9 
la criticaba 
mucho p 
manirrota y 
sola de 
porque acostumbraba salir 
noche. 
Su marido tampoco paraba en casa. 
Era un matrimonio extrañamente 
feliz, sin embargo. 
El la dejaba hacer cuanto quería, 
y por su parte obraba según su sant 
sima voluntad. 
AI A A E A A E 
voú unic( tema a alisputa era €l 
AULñO 
Habrá tener  dos-—afirmó 
ella. 
Por mí no hay ningún inconyve- 
que 
neinte-—contestó él ¿Quién lo pa- 
oa? 
pa 
Eso iba a preguntarte yo. 
Pues no sé qué decirte. Veo que 
has gastado todo el dinero de la últi- 
ma remesa paterna y no sé yo dónde 
haya más fondos. 
No te apures, maridin... ¡Ya ve- 
remos cómo tener dinero! 
Y así alegremente hactan el mi- 
lagro de asombrar con su lujo, de no 
reñir jamás y de no apurarse por nada. 
El era guapo, joven también y buen 
muchacho. 
Del bien y el mal tenían un concepto 
elástico, pero nada más. 
El mundo toleraba... ellos se que- 
rían... flirtear no es pecado... y... ¡siga 
la danza! 
Pues esta esposita ultramodernista 
era quien les traía el notición. 
Una vez que hubo terminado sus 
toques y retoques de graciosa coque- 
tería, leyó, por fin, lo que trala el 
diario relativo al hombre del día, el 
tan discutido Leslie: 
Es intolerable que se deje volar así 
la fantasía de un novelista más, sobre 
los muchos que traen el mundo revuelto
	        
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