Full text: La hija del terrorista

E A 
A 
— 
14 
E y 
' 
l 
. 
104 LA HIJA DEL 
hacia un lado, mientras que en torno al 
infeliz polizonte se armaba la mayor con- 
¡ Un polizonte | 
¡ Un espía! 
¡ Una serpiente boa! 
¡ A la calle! 
¡ Muera! 
¡ Rompedle la crisma! 
He aquí una muestra de los gritos que 
se olan doquier. En un santiamón el agen- 
te no pudo dar un paso. Alguien más listo 
que él le arrebató el pito de las manos en 
el momento en que iba á llevárselo 4 los 
labios. Rodeábanle caras foscas, puños 
amenazadores, cuchillos y pistolas. 
-No les provoques—le dijo una voz al 
oído,—y retrocede como puedas hasta. la 
puerta. 
—No disparéis—gritó una de las fieras, 
«—que vendrán sus compañeros, 
—Apoya tu espalda contra la mia-—-dijo 
otra vez en voz baja el defensor del poli- 
zonte.—Yo iró avanzando; tú no me suel- 
tes. —Y con movimiento inesperado Cully 
pegó su espalda ú la del polizonte y aga- 
rrando un revólver en cada mano, se en- 
caró con la multitud.—;¡ Atrás l—gritó.— 
¡Juego limpio! ¡Es vergonzoso: treinta 
contra uno! 
No todos los anarquistas eran hombres 
de pelo en pecho. Sólo tenían dos enemi- 
gos, pero éstos estaban armados hasta, los 
dientes. 
Cully con su aire resuelto y sus dos re- 
vólvers de seis tiros era un adversario 
temible; á medida que ganaba terreno, los 
otros iban retrocediendo. 
—Un bastón entre las piernas...—insi- 
nuó uno. 
—Al primero que se me acerque le ma- 
to—dijo el polizonte. 
Con el tumulto, el tabernero estaba más 
que despierto. Saliendo del mostrador 
acercóse silenciosamente á la puerta ; 
TERRORISTA 
con una mano en el pestillo estuvo escu. 
chando un momento, De pronto, dió un 
salto y agitó los brazos frenóticamente. 
—¡ Por la puerta de escape, muchachos! 
—vocileró.—Ya viene la fuerza. —Al mis- 
mo tiempo, con gran sorpresa suya, »e 
abrió de par en par la puerta de la callo 
y sonó un disparo. 
Esto bastó para que los oyentes del fo- 
goso orador y el fogoso orador en persona 
s0 precipitasen desordenadamente hacia la 
sala interior y de allí pusiesen pies en pol- 
vorosa por una puerta excusada. 
Mientras duraba todavía la confusión, 
el polizonte y Oully se miraron de hito en 
hito, 
—¿Has disparado ?—preguntó, el pri- 
mero, 
—$l, al aire. Esto ha contribuido á la 
dispersión. Pero vete de aqui, porque no 
tardarán en volver algunos de ellos. 
Vendré con mis compañeros- dijo el 
polizonte, metiéndose un revólver en el 
bolsillo, pero sin soltar el otro. 
Obrarás perfectamente—observó Cu- 
ly, guardando sus armas y sentándose con 
la mayor tranquilidad. 
El hombre que había abierto la puerta, 
echándosela por las narices al asombrada 
tabernero, no había hecho todavía el me- 
nor gesto. De pronto, dando un empellón 
al tabernero que le cerraba el paso, avanzó 
unos cuantos pasos 6 interpeló con dureza 
al polizonte : » 
¿Qué hace usted ahí? Véngase con- 
migo, 
Ambos salieron á la calle y entonces el 
hombre añadió : 
—$Su consigna era no entrar aquí más 
que en caso de tumulto, 
—£Se estaba celebrando una reunión de 
las más sediciosas- arguyó el polizonta; 
—quería cerciorarme de lo que ocurría, 
—De esto ya me en Jargo yo—dijo el 
4
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.