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“1192 LA HIJA DEL
trovista con usted. Quizá tardaremos en
volvernos á ver. ¿Me recibirá usted ?
—No faltaba más. ¿A dónde va usted ?
Dréxel se sonrió de un modo singular y
respondió :
—Voy é ponerme en las astas del toro,
XLIV
LOS PUNALES GEMELOS
El examen del doctor Vaughán no deja-
ba lugar á duda en cuanto al crimen. Ho-
vey fué herido mientras dormía, hizo ins-
tintivamente un gesto de defensa y quedó
muerto en el acto.
Las tres mujeres, ama de llaves, coci-
nera y camarera, dormían en el segundo
piso y no oyeron nada en toda la nocho.
La puerta del jardín estaba cerrada, con
la palanca atravesada: de esto Martina es-
taba segurísima. En cuanto á la llave, no
podía afirmar si se le había dado la vuelta
ó no, por ser esto de la incumbencia de
Hovey. Si éste había sufrido tan ligero
descuido, terrible castigo había sido el su-
yo, porque de estar cerrada la puerta con
llave, no hubiera penetrado en la casa el
asesino.
Era evidente que el malhechor no era un
novato en su oficio. Lia mano que descargó
el golpe mortal era firme, robusta y prác-
tica.
Además, no había dejado ninguna huella
de su paso. No había robado nada, ¿con
qué objeto, pues, había cometido el crÍ-
men? Hovey era extranjero y decía siem-
pre que no tenla amigos ni familia, fuera
de unos primos que dejó en Inglaterra,
Salía poco de casa y nadie iba á verlo.
—Parece que Elías Lord es invulnerable
TERRORISTA
—dijo Dréxel ¿ Magdalena, llegada la hora
de la cita.
—Quiere usted significar que Hovey ha
dado la vida porél, ¿no es yerdad ? 1 Qué
fatalidad !
—S$1, no puedo ser más horroroso. Ten-
go la convicción de que dos hombres hon.
rados 6 inocentes han sido ya sacrificados
en lugar de Lord.
—¿ Dos hombres?
—S1Í; ¿no recuerda usted el caso de aquel
anciano que fué asesinado al salir de la igle-
sia ?
—$i; fuó un crimen inexplicable. A
— Aquel pareció haberse cometido sin
motivo. Probóse de un modo irrefragable
que el criminal no conocía á su víctima.
Jacobo Traill seguiría viviendo tranquila-
mento, 4 no ser por su fatal parecido con
Elias Lord.
—¡ Dios mio!
—Y tengo también la persuasión de que
Hovey no hubiera muerto si no hubiese
dormido en la cama de Elías Lord.
—Lo que me dice usted me horroriza,'
Es preciso obrar. '
—Si; y sin perder tiempo—respondió
Dréxel con las facciones contraidas.—Eg
menester lograr que no se mate más á Lordi
en efigie, y es de temer que los atentadog
contra su persona se repitan, mientras no
se detenga y desarma á los villanos qua
quieren hacer en él un gran escarmiento,
Mo temo que no podremos ocultar la mueras
te de Hovey 4 los periodistas, Cuando sa
divulgue que el criado de Elías Lord ha si.!
do asesinado en el cuarto de su dueño, log
terroristas descubrirán que, por tercera
vez, han fallado sus planes. Además el pu-
fal... 1
—Sí ; el puñal es exactamente igual al
que tengo, que es el que fué clavado en lal
cabecera de la cama de Lord...
—Naturalmente. Quizá una sola mano
esgrimió los dos puñales. Hay una razón
e
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