Full text: La hija del terrorista

18 "LA HIJA DEL 
mira con ojos indiferentes á la señorita La 
Croix. De hecho, he advertido que sus Imi- 
radas se cruzan alguna que otra vez y me 
parece que esta mañana el padre se dió 
cuenta de ello, porque observaba con fije- 
za los movimientos del joven y miró des- 
pués á su hija como si la quisiera hacer 
alguna advertencia y con un ligero gesto 
de censura. 
—(¿ Cree usted, pues, que ambos se co- 
rresponden ?—preguntó Magdalena. 
—No creo equivocarme, señorita. 
—Le confieso á usted que aquella chica 
me interesaba y la he observado con de- 
tención durante esta semana de soledad so- 
bre cubierta. Figúrese usted—añadió, diri- 
giéndose á la señora Rálston,—que si no 
fuese por la amabilidad del capitán no co- 
nociera 4 nadie todavía. Gracias á él co- 
nozco á una persona presentada en toda 
regla. 
—No só hasta qué punto me debe us- 
ted estar agradecida—dijo el capitán, en- 
cogiéndose de hombros.—¿Qué le pareció 
á usted Crasháw, señorita? No creo se ha- 
lle en su centro hablando con señoras, por 
más que su conversación sea bastante ame- 
na entre hombres, ] 
—No le faltaron palabras ni ocurrencias 
mientras estuvo hablando conmigo—Aijo 
la joven. 
—Celebro le interesase Crasháw. Es de 
“una casta de hombres que merecen ser co- 
nocidos. Le he encontrado algunas veces 
por esos mundos de Dios, ya en Londres, 
ya en Nueva York. Es hombre de nego- 
cios, retirado hace poco de una empresa 
importante, comercio de hierros según ten- 
go entendido. Pero, ¿qué opinión ha for- 
mado usted de él? 
— ¿Cree usted en simpatías y antipatías, 
capitán ?—preguntó Magdalena. 
—Si, señorita. ¿Acaso le encuentra us- 
ted antipático ? 
—No yo, pero sí la chica La Croix. 
TERRORISTA 
No he observado aún sus miradas de admi. 
ración hacia el joven de quien me habla- 
ba usted poco ha, pero la he visto estre- 
mecerse, sí, señor, estremecerse al pasar 
cerca de Crasháw; y he visto una vez 
cómo le dirigía 
una mirada cuando 
ese 
hombre la volvía la espalda, uma mirada 
que parecia de odio, como si le conociese, 
El capitán estaba algo pensativo, 
—Esto me recuerda...—principió 4 de- 
cir ; pero paró en seco á una señal de Mag- 
dalena que le indicó que el individuo de 
quien hablaban se aproximaba á ellos para 
hablarles. 
Durante la semana siguiente, Magdale- 
na Payne vió crecer rápidamente el círculo 
de sus relaciones, En primer lugar el capi- 
tan Hardin la presentó á los La Croix, ¡wa 
dre é hija, de lo que se siguió, por una €s- 
fácil, que 
Magdalena, á su vez, se vió obligada á pre- 
tratagema tan sencilla como 
sentarles 4 Crasháw ; después de lo cual 
resultó también que Crasháw introdujo en 
el grupo al apuesto mancebo que, según 
Magdalena, podia ser Ó músico Ó poeta. 
De modo que la peña que se congregaba 
diariamente en torno al sillón de la señora 
Rálston se componía de estos elementos 
heterogéneos: Miles y Moina La Croix, 
tufo Crasháw quien, por acuerdo tácito, 
parecía no haber conocido anteriormerlo 
á los primeros, Renato Savorín, el apues- 
to mancebo y el capitán Hardin. 
Al separarse en el puerto de Nueva 
York, habían averiguado unos de otros al- 
gunos datos biográficos, como los siguien- 
tes: 
Señora Rálston; viuda, posición desaho- 
gada, sin hijos; unida por un gran cari- 
ño á Magdalena, su ahijada. que había 
sido su compañera de viaje durante tres 
años; próxima ú establecer su domicilio 
en Nueva York sin separarse de la joven. 
Magdalena Payne: huérfana y heredera 
de una regular fortuna.
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.