Full text: La hija del terrorista

E 
A p . 4 
prendió la malicia del niño y cayó en el 
lazo. 
= —Acepto tu proposición—contestó, 
—Muy bien ; 
—Aquel carruaje—dijo el doctor,—iba 
usted una cosa parecida y me 
niño muy serio. 
LA HIJA DEL TERRORISTA 
Pasaron algunos minutos y la figura ¡ba 
inclinándose más hacia adelante dando ca- 
bezadas, hasta que su inmovilidad reveló la 
presencia de Morfeo. 
—Ya duerme—murmuró el doctor. Una 
idea luminosa cruzó por su cerebro.—Voy 
$ hacer de 
so los Matos, bajó la escalera. El ligero 
polizonte—se dijo. Y quitándo- 
ruido que hizo al abrir la puerta no pareció 
despertar al durmiente, que no se movió 
hasta que la mano firme del doctor le co- 
gió por el hombro. 
—¡ Ohitón !- 
nero; y le subió al taller. 
dijo Vaughán á su prisio- 
En seguida reconoció al chico de la car- 
ta, que después les había seguido. Exigió- 
le una confesión, pero el muchacho le res- 
] 
pondió con sorna: 
—Puede vigile esta 
todo 
ser que casa, y 
hace 
must Ja as 
gustaria sa- 
puede ser que no. En caso, 
ber qué busca usted 
El doctor se quedó algo corrido. Quizá su 
prisionero era un agente de los enemigos 
de Dréxel. 
—Escúchame—le dijo al fin,—¿cuánto 
te dan por tu oficio? 
a dóllars cada día. 
To daró veinte dóllars ahora mismo, si 
me dices quién te puso aquí de centinela 
yy qué has descubierto. 
—Gracias; no me vendo—contestó el 
—Muy bien; me gustas—dijo el doctor. 
—Pero, cuando menos dime por qué se- 
guiste nuestro carrui 1]0. 
—Digame usted adónde iba y yo le diré 
por qué le seguía. 
Vaughán meditó un momento, no Com- 
hable usted primero. 
LA HIJA.—14 
209 
en derechura al Hotel Oriental. Ahora, ha- 
bla tú. 
—Pues yo seguía al coche porque quería 
iba, 
—Niño—preguntó Vaughán,—¿me de- 
saber adónde naturalmente. 
claraste la verdad al decirme que no esta- 
bas á las órdenes del 
—fl, 
El doctor se prometió no perder de vista 
calle 
sapitán Makofski ? 
señor. 
al chico si seguía viéndole por aquella 
y, por el pronto, le dejó en libertad 
Magdalena fué muy temprano á ver al 
doctor y le halló aguardándola. 
—Apenas salga de aquí iré á ver á Min- 
na—dijo al conocer la entrevista del doc- 
tor con la alemana. Escuchó después la 
relación de su encuentro con el chico que 
hacía de espia, 
—Ie vi inclinado á creerme—concluyó 
dije ad 
en coche. Esto pareció despertar de nuevo 
No lo entiendo. 
Magdalena estaba pensativa. 
la. carta de Dróxel había habl 
de cuanto se referia á la misma, pero poco 
la Princesa y na- 
el doctor,—hasta que le ónde ibamos 
su desconfianza. 
Al darle 
ado al doctor 
le había dicho acerca de 
da de su domicilio. Llegaba el momento de 
ser más explicita. 
—Mo parece hallar una explicac s¡ón—di- 
jo.—Seguramente, el muchacho ha oído 
hablar Orloff, 
Hotel Oriental y Dréxel creyó conveniente 
de la princesa Vive en el 
que yo me instalase en el mismo hotel para 
verla de cerca. Dróxel cree que tiene algo 
que ver con los conspiradores extranjeros 
y hay en todo esto alguna cosa que no en- 
slds Debo confesar que la Princesa no 
es una aventurera vulgar y que la buena se-
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.