LA HIJA DEL
con el nombre de Makofski. Has tejido
una red para prender en ella á4 la pobre
Moina La Croix y has maquinado algo
contra Renato Savorín, porque crelas que
El hombre
que la ama y á quien ella corresponde es
el capitán Makofski.
la amaba. ¡Necia! ¡Ciego!
Algo parecida 4 una descarga eléctrica
sacudió el cuerpo de Crasháw. Articuló
un sonido que parecia un relincho y por
vez primera trató de levantarse y quiso
alargar el brazo para apoderarse del pu-
fial clavado en la madera; pero se esfor-
zó en vano. Se puso 4 temblar como un
azogado y atroces dolores fe desarrolla-
ron em. toda su cuerpo; gu mano cayó im-
potente, extraños resplandores le de lum-
braron, resonó en sus oídos un continuo
rumor como el de una catarata y, con to-
do, su inteligencia no perdía para nada
su lucidez. Por fin, recobró el habla.
—¡ Hombre ó6 demonio! — gritó. —
¿Qué has hecho?
—Ho vengado é Sergio y á Basilio. He
cumplido lo que juré y he terminado mi
misión. Rufo Crasháw, no se puede jugar
con mis cigarros. Son rusos, como te di-
jo, y fueron empapados en el zumo de
una hierba venenosa que crece en Kara,
regada quizá con la sangre de los prisio-
neros delatados,
Otra vez Crasháw hizo un inútil es-
fuerzo para levantarse; el veneno obra-
ba eficazmente; apenas podía incorpo-
rarse un poco á costa de agudos padeci-
mientos.
—Toda tu
inhumano, —te has vendido por dinero al
vida—prosiguió el verdugo
mejor postor... te has vendido y has ven.
dido á los demás. Nada te ha amedrenta-
do; no has conocido la compasión. Tu pri-
mera hazaña fué atentar contra tu herma-
no, que te estorbaba, por lo cual se te
desterró de Inglaterra. Desde entonces has
LA HIJA.—15
Do;
P
pais
TERRORISTA
sido un animal dañino en todas partes y
has logrado enriquecerte. Más de una vez
has venido 4 América en calidad de espía
y has regresado á4 Europa con el resultado
de tus investigaciones y siempre con may. Y
sapital. Pero tu última venida te ha ido
funesta. Después de la muerte de Basilio
Petrolowski no tenías que volver á pisex
suelo americano. Mas descubriste enton-
des una manzana de. oro y, para apoderarte
de.ella, jugaste con un viejo soñador, hala-
gaste sus pasiones y prejuicios y le Jle-
vaste á su perdición. Pero Némesis te 1e-
gula. Y ahora... ahora, Rufo Cresliáw, re-
Z0... TOZA, si crees que Dios puede perdo-
narte. El veneno surte sus efectos. ¿No
sientes cómo circula por tus venas y cómo
paraliza tus miembros? ¡ Levántate, Ju-
das! ¡ Alarga la mano; grita! Este veneno
tiene un antidoto sencillísimo ;'¡ si lo nu-
pieses! Mas no lo sabrás—añadió, respon.
diendo 4 la mirada de agonía que le diri-
¡ Habla! ¿Puedes hablar?
Pero la maldición muere en sus labios;
gió Crasháw.
ha perdido el tiempo econ inútiles brava-
tas y la pregunta que iba á hacer na
tendrá ya contestación en este mundo.
Da miedo ver 4 Disset: no es un hom-
bre, es un demonio, Todas sus pasiones,
harto tiempo reprimidas, le nalen á la ca.
ra y por encima de todas un odio 4 muer-
te y una sed insaciable de vengarza. Se
saca el reloj del bolsillo y mira la hora,
hecho lo cual, contempla de nuevo al
hombre que tiene delante y extendiendo
el brazo arranca el puñal de la mesa,
Na es sw último avis:
7
Ó
MUurmura ;
inclinándose hacia 6u victima, añade con
voz Sibilante :—Rufo Crash áw, te dejo mo-
rir solo, He vengado la muerte de Sergio
y de Basilio Petrolowski y he librado 4 la
tierra de un monstruo. Si te vuelvo 4 en.
contrar en el otro mundo, te miraré otra
vez cara á cara como ahora, sin miedo, El