si se discutieso acaloradamente ; de pronto
la gente se arremolinó de un modo inex-
plicable y en seguida, de un modo más
inexplicable todavía, la multitud se abrió
dejando paso 4 un hombre que llevaba
una de las maletas, el cual se perdió de
vista en un abrir y cerrar de ojos. Apro-
vechando aquel claro, Dréxel quiso acer-
carse 4 Renato y 4 Hósmer y les llamó.
Pero hubo entonces otro movimiento en
aquel gentío y vió á un hombre que se
acercaba á los dos jóvenes y luchaba con
ellos 4 brazo partido para apoderarse de
la maleta; vió también un brazo que se
alzaba y descargaba un golpe formidable
sobre el asaltante, En aquel momento ob-
servó que la gente se iba aclarando y llegó
al lado de sus amigos cuando la horriso-
na explosión sofocó los gritos de los que
sapitaneaban el movimiento, la voz do
mando de los polizontes y el vocerio de
la plebe.
¿Qué había sucedido?
Cuando Rogelio Dréxel logró serenarse
y raciocinar, después de lo que le pareció
un siglo de caos, he aquí lo que pudo re-
cordar.
Aprovechando el momento favorable se
habia lanzado al lado de sus amigos y los
dos agentes le habían seguido. Siguió un
rato de confusión y la lluvia de proyecti-
les; vió 4 Renato Savorín con su maleta
caer al suelo, á consecuencia del golpe que
le había dado algo caído de arriba.
Entonces dió un grito de mando y se
apoderó de la maleta fatal.
Lo que sucedió después lo recordó Dré-
xel toda su vida con espanto, á pesar de
ser hombre de pelo en pecho. Huyó de
aquel lugar bajo una lluvia de fuego y
cargado con aquella maleta que tan fácil-
mente podia sembrar más muerte y más
desolación. El riesgo que corría no podía
ser más grave, pero él siguió adelante, sin
que nadie le entorpeciese la marcha, has-
a A OA
LA HIJA DEL TERRORISTA 231
ta que se halló 4 distancia considerable del
lugar de la catástrofe. Por fin se detuvo
y miró en tcsno suyo. Á pocos pasos vió
la cerca del jardín de una casita que tenia
trazas de estar deshabitada. No había un
alma por la calle y Dréxel no titubeó en
meterse por el jardín de aquella casa y de-
positar en el rincón más obscuro y apar-
tado su peligrosa carga.
Después retrocedió al lugar del suceso y
providencialmente se halló con el grupo,
formado por Renato Savorín sostenido por
Hósmer y uno de los detectives, que tra-
taba de alejarse de allá.
¡Oh noche fatal, en la que se derramó
tanta sangre, en la que oyeron tantos sus-
piros y ayes de dolor, noche preñada de
horrores y padecimientos! La aurora ten-
dió su rosado velo sobre una ciudad en-
lutada que lloraba á sus celosos guardia-
nes y defensores muertos y moribundos.
Por la mañana, Renato Savorin luchaba
entre la vida y la muerte, sin grandes es-
peranzas de salvarle, y uno de los detec-
tives había sido malherido en la cabeza..
Cuando Dréxel abrió la maleta, opera-
ción que llevó á cabo con un cuidado ex-
traordinario, vió sin sorpresa, pero con es-
panto, que su contenido consistía en me-
dia docena de bombas de las más mortífe-
ras y destructoras, fabricadas por mano
muy experta,
En cuanto á las que fueron arrebatadas
de las manos de Hósmer y de Savorin,
¿qué había sido de ellas? ¿Cuántas hablan
hecho explosión, sembrando el pánico y la
muerte en el Haymárket? ¿Cuántas que-
daban en reserva para más adelante? Nun-
a se supo en claro; mucho tiempo des-
pués halláronse algunas bombas de la mis-
ma especie en poder de un anarquista que
las guardaba en su casa. Careciendo de
datos, Rogelio Dréxel no profundizó la
cuestión 6 hizo entrega de Jas bombas que
tenia 4 los dos detectives que tan eficaz-
A MAS