Full text: La hija del terrorista

AT A e a 
LA HIJA DEL 
vez en sueños y trató de su ida á casa de 
Lord, secretamente y con éxito. A la ma- 
ana siguiente nos llegó la noticia del ase- 
sinato del infeliz criado. No sé cómo no me 
volví loca, Orasháw sabia la ausencia de 
papá y se valió de ella para asustarme y 
hacerme consentir en cambiar de casa. No 
tenía ningún dato para saber quién era el 
autor de aquel crimen, pero estaba segura 
do que no era papá. No obstante, creía ca- 
paz á Orasháw de imputárselo 4 papá ; esto 
le hubiera costado la vida, 
-—4 Pobre Moina! Tu padre fué, en efec- 
to, á ver á Lord, no sé con qué objeto, 
pero, como ya sabes, mo le encontró en 
casa. Tansig, el Araña, fué quien mató al 
desgraciado Hovey. Tu padre no llegó á 
entrar en aquella morada y Crasháw sólo 
se propuso atemorizarte para lograr sus in- 
dignos fines. 
—Asi lo entendí yo también, pero no po- 
día saber que papá no corría ningún riesgo 
y, por otra parte, temía que se le pren- 
diese y el disgusto y los malos tratos aca- 
basen con él, 
La tribulación me ha abierto los ojos, 
amigo mio—prosiguió Moina.—Doy gra- 
cias 4 Dios porque ha devuelto la razón á 
mi padre; pero no me forjo ilusiones y 
preveo que no recobrará su salud y su ro- 
bustez de antes. 
Dréxel tomó silenciosamente la mano de 
la joven. No podía contestar de otro modo 
ú aquellas palabras que reproducian casi al 
pie de la letra el dictamen de Vaughán. 
Durante este diálogo, Magdalena y la 
Princesa llegaban á una común inteligen- 
cia, 
-—He de hablar en descargo de mi con- 
ciencia — dijo Magdalena. — No puedo oir 
sus confidencias y aceptar las pruebas de 
confianza que usted me da sin hablarla 
antes con la mayor sinceridad. Princesa, 
sepa usted que vine á este hotel porque 
residía usted aqui y á ruegos de Hursb. 
TERRORISTA 
—|¡ Tú! ¿Eres, pues, un detective y no 
Magdalena Payne? 
—Soy Magdalena Payne y no sé si me- 
rezco que se me dé el título de detective. 
Y comenzó á referir cómo se vió metida 
en aquel asunto, hablando, en primer lu- 
gar, de su encuentro con Moina y los otros 
á bordo del Caliope, contando luego las 
confidencias de Lord y acabando asi su re- 
lación desde su punto de vista. 
He temido muchas veces despertar 
sus sospechas, especialmente cuando la 
manifestó mi interés por Moina La Croix. 
Pero, desde sus confidencias de anteano- 
che, que, dicho sea de paso, no necesita- 
ba para creer en usted y admirarla, ya que 
mi confianza y mi admiración crecían cada 
día; desde anteanoche, digo, echó de ver 
que sus propias penas y preocupaciones la 
habían vuelto ciega 4 indiferente para todo 
lo que no se relacionase directamente con 
lo que á usted la interesaba. Princesa, ho 
obrado con recta intención creyendo ser- 
vir y quizá salvar á un amigo. Al princi= 
pio fué usted para mí una hermosísima eg- 
finge ; ahora es usted una mujer que apre- 
cio y admiro, deseando poder darle el 
nombre de amiga. 
La Princesa había escuchado con SOrpre- 
sa primero, con altivez después. Al aca- 
bar Magdalena, bajó la cabeza y permane- 
ció inmóvil unos cuantos minutos. Levan- 
tóse por último, y acercándose á la joven, 
la cogió las manos. 
—¿Por qué he de enfadarme ó sorpren- 
derme ?—-dijo con tono sincero.—Has obra» 
do como yo lo hubiera hecko en tu lugar; 
también era yo, en cierto modo, un es. 
pía. Es verdad que he sido amiga de la 
causa representada aquí por Lugos, Cra. 
sháw y otros del modo más indigno. Vine 
aquí para dar cuenta á las autoridades de 
la confraternidad en Europa de los proce- 
dimientos de sus representantes ; pero ya 
sabes que no era el patriotismo mi único
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.