Full text: La hija del terrorista

que uno se detenga en su camino, sobre 
todo teniendo la compañia constante, bue- 
na ó mala según el punto de vista que se 
adopte, de un compañero celoso por la 
buena causa. 
»Principiando mis observaciones en 
Francia y terminándolas en Italia, me con- 
verti á un nuevo plan de apostolado. Mi 
conversión fué gradual; tenía ciertas ideas 
muy americanas y arraigados prejuicios 
contra las sociedades que no tuviesen por 
objeto directo el bien moral ó6 social de sus 
miembros. 
» Había trabado amistad con un periodis- 
ta irlandés, muchacho excéntrico pero de 
clara inteligencia, que poseía el don de la 
elocuencia, de carácter animado, sociable y 
avasallador. Pareciame prodigioso que á su 
edad y en nuestros tiempos conociese tan 
á fondo la política de las naciones y la ma- 
quinaria interna de los gobiernos. Cuando 
abría la boca arrastraba y convencla. 
»Paulatinamente eché de ver que Buropa 
entera está minada por las sociedades se- 
cretas, que éstas se hablan desarrollado in- 
dependientemente unas de otras, se habían 
por fin atraido y fundido, acabando por 
constituir un poder formidable. Mis pri- 
meros pasos en la nueva vía fueron senci- 
llos, de orden práctico, sin nada que pu- 
diese chocar con mis principios ni con mi 
caballerosidad. Todo me fascinaba, y du- 
rante más de dos años no se deshizo el 
encanto. 
»Voy 4 explicarte cómo vino la des- 
ilusión. Había escalado de grado en gra- 
do el lugar ocupado solamente por la flor 
de los escogidos que viven en los umbra- 
les del templo impenetrable. La curiosidad 
me devoraba; queria todavia saber más. 
Un asunto especial me fué confiado y en- 
tonces vi demasiado y comprendí cómo 
funcionaba, y se mantenía aquel gran en- 
granaje. No puedo alargarme, ni me €s 
dado pensar en aquellos tiempos sin horri- 
LA HIJA DEL TERRORISTA yy 
pilarme. Había avanzado tanto que no po- 
día ya retroceder. Tal era mi ciencia que, 
no por amor á la sociedad de que formaba 
parte, sino por amor á mí mismo y á la 
humanidad, debía aumentar más mi saber. 
Había trabajado por ellos; en lo sucesiva 
iba á trabajar por mi. Confieso que, al prin- 
cipio, no viendo más allá de mi resolu- 
ción, poco pensaba que iba á conocer todd 
el poder para el bien y para el mal que po- 
see aquel círculo secreto; pero, una vez 
adquirido tal conocimiento, mi decisión fué 
inevitable. No queria ser juguete ni aun 
de los que formaban el grado más eleva- 
do. Tenía la intención de quedarme al pai- 
ro y observar en torno mío; de este modo 
creía hallar la oportunidad de salvar á al- 
guna víctima de su entusiasmo antes de 
que se viese fatalmente atraída por esos 
círculos cada vez más elevados y secretos. 
En los primeros días de mi conversión ha- 
bía hecho ingresar á dos ó tres neófitos 
en nuestra confraternidad ; ahora sentía el 
peso de una gran responsabilidad por es- 
te hecho y quise repurarlo, en lo posible, 
no perdiendo de vista á los pobres engaña- 
dos. 
»Ya recordarás cómo un día cerré mi 
bufete y me convertí en un vago al decir 
de mis amigos. No, Vaughán, no era así, 
Aquel día puse en actividad mi único tar 
lento y me hice detective, me convertí en 
detective Huvrst. 
»Magdalena Payno te dirá de mí cuan» 
to recuerde. Sabe que durante algún tiem- 
po estudié los movimientos de los ejércitos 
cuyas filas engrosan sin. cesar, revolucio- 
narios todos ellos, ya se llamen socialis- 
tas, ya anarquistas, ya confederados, pues 
on realidad nombres tan varios sólo tienen 
un sienificado, dejando aparte pequeñas di- 
ferencias que habrán de desaparecer cuan- 
do venga la gran invasión, que vendrá fa. 
talmente un día ú otro sl no se pone re- 
medio,
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.