Full text: La hija del detective

cp 
mente entretenidas para ambos, 222- 
telectual y socialmente. 
»Sin duda que un caballero de 
tanto mundo como él no puede ha- 
ber sido nunca engañado por un si- 
mulacro de amor que era necesario 
para hacer más interesantes las re- 
laciones. Cuando éstas se basan só- 
lo en una simpatia intelectual de- 
ben necesariamente terminar tarde 
Ó temprano, y su terminación será 
sin duda tan indiferente para él co- 
mo lo es para 
»CLARA KEITH.» 
Sí, indudablemente Clara sabía 
lo que más podía doler á aquel 
hombre. No debía dejársele creer 
que se sentía humillada en su or- 
gullo por haber confiado en un 
hombre indigno de su amor. Era 
preciso que él fuera el único enga- 
ñado, el solo humillado. Cuando 
él se creía amado, se burlaban de 
él. Se burlaban de él con sus pro- 
pias palabras. Una simpatia inte- 
lectual; sí, estas palabras las había 
usado á menudo. 
Había escuchado las palabras de 
Circe y encontraba su recompensa, 
convertido en puerco. 
Eduardo Percy había estado mu- 
Chas veces descontento de los otros, 
Ó de las circunstancias que le ro- 
deaban; peró hoy, por primera vez, 
se encontraba descontento de si 
MISMO. 
Clara se había vengado. 
LA HIJA.—11 
LA HIJA DEL DETECTIVE 
161 
XXVIII 
CÓMO EMPIEZA EL DRAMA 
Sucede frecuentemente en la vi: 
da que, acontecimientos insignifi- 
cantes, allanan el camino á las 
grandes catástrofes. La mecha arde 
con lentitud hasta que llega á in- 
flamar el explosivo, y entonces... 
El hado fatal parecía entretener- 
se en Oakley como vacilando en 
dar el golpe; pero las cosas seguían 
su camino y al lado de los aconte- 
cimientos sin importancia los orga- 
nizadores del complot veian aso- 
mar acontecimientos sensacionales 
que aguardaban con impaciencia. 
Celina Leroque estaba por aque- 
llos días de mejor talante que de 
costumbre. Verdaderamente, consi- 
derando cuán expuesta se encon- 
traba á que su ama la despidiera en 
cualquier momento, Celina estaba 
demasiado alegre. 
Miss Arthur tenía grandes moti- 
vos de queja. Sin duda alguna, su 
doncella era cada día más descui- 
dada. 
Algunas veces, miss Arthur es- 
taba inclinada á creer que sus esca- 
sos cabellos eran manejados con 
«innecesaria furia cuando su cabeza
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.