Full text: La hija del detective

220 
Durante unos instantes se mira- 
ron en silencio, Luego habló Juan 
Arthur con una sonrisa y un tono 
que demostraban que su prisión no 
había hecho variar sus sentimien- 
tos. 
—¡Hola, bribonzuela! ¿qué es- 
capatoria has hecho? ¿Y cómo te 
atreves á volver aquí como una 
princesa? ¿Por qué no continúas 
fuera de mi casa? 
Magdalena lanzó una carcajada 
burlona. 
yu casa... pero se me olvida- 
ba, papá, que no es usted respon- 
sable de sus palabras. 
Su tono era tan sarcástico, que 
el hombre podía difícilmente con- 
tener su rabia. 
—No pretendas hacerme creer 
también que estoy loco. ¿Estás 
también confabulada contra mí? 
Deseando saber hasta qué punto 
sospechaba de Cora, dijo bajando 
la voz con tono de sorpresa: 
—¿Pero es posible llegue usted 
á suponer«que hay alguien confa- 
bulado contra usted? 
—¡Ya lo creo que es posible! De 
otra manera no me encontraría pri- 
sionero en mi propia casa. 
La joven parecía admirarse; 
— ¿Quién es, pues; su enemigo? 
. —Todos los de casa. 
— ¡Cómo! Pero no su esposa, se- 
guramente. 
-No estoy seguro de ello. 
IZs que ella ha estado también 
enferma. 
LA HIJA DEL DETECTIVE 
, 
¿La han encerrado como á mi? 
—preguntó él. 
Magdalena sonreía. 
——No, precisamente, pero no tie- 
ne mucha libertad tampoco. 
Pues, ¿por qué no sube á 
verme ?, 
¡Oh!, no. Está demasiado de- 
licada. 
-Me parece que te hallas muy 
bien informada para haber llegado 
ahora. 
Estoy bien informada, Mr. Ar- 
thur, pero no acabo de llegar ahora. 
-—¿Qué quieres decir? 
—Lo que digo—replicó con una 
sonrisa burlona.—-Estoy en casa 
desde que le encerraron á usted 
aquí. 
El hombre estaba estupefacto. 
Por último gritó furioso: 
—Explícate, en nombre del dia- 
blo. ¿Cómo estabas aquí? ¿Quién 
me retiene prisionero? ¿Eres tú, 
pequeña víbora? 
—Poco á poco, papá, Una cosa 
después de otra—dijo con voz en- 
teramente tranquila. — ¿Pregunta 
usted quién le retiene aquí prisio- 
nero? Pues, yo. 
Una vez más pareció que iba á 
abandonarse á un acceso de rabia 
furiosa, pero consiguió dominarse 
y repuso: 
—Supongo, pues, que debo dar- 
te las gracias por ello. 
—Puede usted darme las gra- 
cias si le parece; pero yo no las. 
acepto del todo. Yo no le he ence-
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.