Full text: La hija del detective

rrado, precisamente. Sólo lo he 
permitido. 
—¿Y por qué os habéis confabu- 
lado con mi esposa, sin duda, para 
encerrarme como un ladrón ? 
—¿Por qué?—Su voz subia de 
tono y hacíase amenazadora.—¿Me 
pregunta usted por qué? ¿Por « qué 
tenía usted prisionera á mi madre 
en su propia casa? ¿Por qué la ani- 
quiló usted en vida y la insultó des- 
pués de muerta? ¿Por qué su hija 
tuvo que huir de 
Suya para librarse 
la casa que era 
de su crueldad, 
de su avaricia, de sus insultos? 
Juan Arthur, ¿cómo se atreve usted 
4 preguntarme á mí por qué? 
El hombre veía de nuevo ante él 
aquel rostro amenazador, aquella 
mirada colérica, aquel gesto airado 
de la joven, tal como se había pre- 
sentado ante él por primera vez en 
aquella tarde de junio. 
De nuevo se Sda un secreto terror 
que le impedía todo movimiento. 
Por último, pudo recobrar el uso de 
ía palabra para decir: 
——¿Piensas, pues, retenerme aquí 
prisionero? 
Sus ojos encontraron la mirada 
enérgica y resuelta de la joven. Su 
respuesta fué tan enérgica como su 
mirada. 
—No abandonará usted estas ha- 
bitaciones hasta que acepte las con- 
diciones que pienso imponerle, 
Su audacia le tenía en suspenso. 
—¿Qué... condiciones? 
—Primera: renunciará á la admi- 
nistración y usufructo de mis bie- 
LA móa DEL DETECTIVE 221 
nes. Segunda: se marchará usted 
de Oakley, no ocupándose nunca 
más de mí ni de lo mío. 
—¡Bah! — exclamó furioso; — 
¿crees que estoy loco? No renun- 
ciaré á nada; la propiedad es mía, 
no tuya. 
—Entonces escogeré un nue- 
vo administrador inmediatamente. 
¡Qué ignorante es usted en leyes, 
papá! ¿No sabe usted que, legal- 
mente, está muerto? ¿No sabe us- 
ted que un alienado no puede ad- 
ministrar bienes de ninguna clase? 
Legalmente puedo buscar un admi- 
nistrador mañana. 
—¿Tú, diablo-hembra? 
yo no estoy loco! 
——¡Qué obtuso es usted, papá! 
Usted es un alienado: tengo dos 
certificados médicos que lo acredi- 
tan, y la ley no exige nada más. Y 
además, sea usted razonable. ¿Qué 
puede usted hacer? 
—Quiero salir á toda costa—re- 
plicó—y encerrarte en la cárcel por 
tentativa de secuestro. 
Ella se volvió hacia él con la ma- 
yor tranquilidad. 
—Señor mío, no tiene usted un 
sólo testimonio para probar que es- 
tá usted en su cabal juicio. En 
cambio, hay muchos para probar 
que se halla usted sujeto á violen. 
tos ataques de locura. 
Ella se volvió, y el hombre, no 
pudiendo ya contener su rabia, se 
levantó de un golpe, dirigiéndose 
á la joven pronunciando las más 
atroces amenazas. 
¡Pero 
— 
a rt 38 
A 
|
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.