Full text: La hija del detective

228 
cador. Se encontraba vigilada con- 
tinuamente. Magdalena ó Agar, 
Strong ó Joliffe no estaban nunca 
lejos. Y, no obstante, no había 
abandonado aún su propósito de 
fuga. 
Una mañana Cora, mirando des- 
de la ventana de su tocador, vió dos 
hombres en el jardín. Preguntan- 
do por lo que harían allí, Strong le 
contestó: 
—Joliffe me ha dicho que van á 
construir un pozo. Miss Payne ha 
decidido tener ung fuente entre 
esos cedros y se van á poner á la 
faena en seguida. 
—¡Un pozo en invierno! No po- 
drán excavar. 
-—No excavan. Hacen un simple 
agujero. Ha de ser una fuente, se- 
ñora. 
Pero, á despecho de la explica- 
ción, Cora comprendió que la casa 
- estaba tan bien guardada fuera co- 
mo dentro. 
-No sería de ningún resultado 
advertir á Luciano ni á nadie aho- 
ra—-pensó.-—Sólo serviría para en- 
redar más la cosa. 
Pero, sin embargo, no abandona- 
ba sus propósitos de fuga. 
Entonces pasó un tiempo de 
prueba para la pobre Elena Art- 
hur. Magdalena Payne, después 
de dejar un par de días en paz á los 
dos hombres, empezó á tender sus 
redes. Conversaba con Percy, es- 
cuchando con interés sus máximas, 
sonriendo con aire de aprobación y 
LA HIJA DEL DETECTIVE 
cautivando enteramente á aquel 
sensible caballero. Poco á poco fué 
introduciendo á Luciano en la con- 
versación, escuchándole con inte- 
rés y prodigándole sonrisas. 
Cora lo observaba todo y adivi- 
naba lo que intentaba hacer. La sol- 
terona miraba con expresión de su- 
prema agonía cómo aquella hechi- 
cera le robaba á su amado, quizás 
en venganza de antiguos agravios. 
En cambio, Luciano Davlin in- 
terpretaba la cosa en su favor. 
-—Es orgullosa y está aún resen- 
tida—pensaba—y utiliza á Percy 
como medio para acercarse á mi. 
Por fin, Luciano llegó á impa- 
cientarse y, no pudiendo contener- 
se más, acudió á un recurso tan vul- 
gar como inocente. Una noche, 
mientras Magdalena se dirigía á su 
cuarto, siguiendo á Cora, se acercó 
á ella y deslizó un papel en su 
mano, 
Ella iba á tirarlo; su primer im- 
pulso fué éste; pero Cora en aquel 
momento se volvía, y su mano.se 
cerró ocultando el papelito. Una 
vez en su cuarto, lo desdobló, leyen- 
do las palabras siguientes: 
«Por amor de Dios, no me tortu- 
res más. Me condenaste sin oirme. 
Sé generosa como eres fuerte y be- 
lla, y permíteme que te hable á so- 
las para poderme defender.» 
Media hora más tarde, Agar lla- 
maba á la puerta del aposento de 
Luciano. Al abrirla éste, puso en 
NS
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.