AVENTURAS 123
—¡ Afuera! -— exclamó el bushman, que ya se sofo-
caba.
Derribaron las piedras y las ramas de la barricada a
culatazos, y los tres cazadores, medio sofocados, salieron
en medio de un torbellino de humo.
Apenas había puesto el pie fuera el indígena y sir Juan,
cuando ambos estaban derribados, el 'africano por un gol-
pe de cabeza y el inglés por un coletazo de los leones to-
davía sanos. El indígena, herido en el pecho, quedó sin
movimiento. Sir Juan creyó que tenía rota una pierna y
cayó de rodillas; pero en el momento en que el animal
volvía sobre él, una bala del bushman le dió en el hueso
y estalló en su cuerpo.
En aquel momento, Miguel Zorn, Guillermo Emery y
los dos buchmanos aparecieron en la revuelta del desfila-
dero; vinieron muy oportunamente a tomar parte cn el
combate. Dos leones y una leona habían sucumbido a las
flechas y a los balazos; pero los sobrevivientes, otras dos
leonas y el macho, a quien sir Juan había destrozado una
pata de un tiro, eran temibles todavía. Sin embargo, los
rifles rayados, manejados por seguras manos, hacían en-
tonces su papel. Una leona cayó herida de dos bala:.os en
la cabeza y en las costillas. El león herido y la tercera
leona, dando entonces un salto prodigioso y pasando por
encima de los jóvenes, desaparecieron por la vuelta del
desfiladero, saludados por última vez con dos balas y con
dos flechas.
Sir Juan lanzó un grito de triunfo. Los leones estaban
vencidos. Cuatro cadáveres yacían en el suelo.
Todos acudieron al auxilio del inglés. Con la ayuda de
sus amigos pudo levantarse, pero por fortuna no se había
roto la pierna. En cuanto al indígena derribado por la ca-