Full text: Aventuras de tres rusos y de tres ingleses en el África Austral

AVENTURAS 133 
—¡ De veras, mi digno cazador? — preguntó sir Juan, 
sorprendido. 
—S$í, lo repito; antes que despunte el nuevo día, el co- 
ronel Everest y Mateo Strux no tendrán motivos de dispu- 
ta, si el viento es favorable. 
— ¡ Qué piensas hacer ? 
—Yo me entiendo, sir Juan. : 
—Pues bien, hazlo, y habrás merecido bien de la Euro- 
pa científica, y quedará consignado tu nombre en los ana- 
les de la ciencia. 
Es mucho honor para mí, sir Juan — respondió el 
cazador; y madurando sin duda su proyecto no dijo una 
palabra más. 
El inglés respetó este silencio sin pedir otra explica- 
ción al bushman, pero no podía adivinar cómo le sería po- 
sible al cazador poner de acuerdo a los dos porfiados sa- 
bios que tan ridículamente comprometían el éxito de la 
empresa. 
Los cazadores regresaron al campamento a eso de las 
cinco de la tarde. La cuestión no había adelantado un 
páso, mejor dicho, la situación respectiva del ruso y del 
inglés se había enconado. La continua intervención de 
Miguel Zorn y Guillermo Emery no había dado ningún 
resultado. Las interpelaciones personales cruzadas dife- 
rentes veces entre los dos rivales, y lamentables insinua- 
ciones formuladas por una y otra parte, hacían imposible 
toda conciliación, siendo ya de temer que la querella, lle- 
gada a tal extremo, acabara en provocación. Estaba, pues, 
comprometido hasta cierto punto el' porvenir de la trian- 
gulación, a no ser que cada uno de los sabios la prosiguie- 
se aisladamente y por su cuentá;. pero, en este caso, hu- 
biera sobrevenido una separación inmediata, y esta-pers-
	        
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