Full text: Aventuras de tres rusos y de tres ingleses en el África Austral

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AVENTURAS - 158 
damente en la masa huesosa de las narices, eran un arma 
terrible. : | 
El bushman fué el primero que vió al animal, oculto a 
media milla de distancia en una. espesura de lentiscos. 
—Sir Juan — dijo en seguida—; le favorece la suerte : 
ahí tiene Su Honor el chucuroo. 
—¡ El rinoceronte! — exclamó sir Juan, cuyos ojos se 
animaron de pronto, 
—¡Sí! Como puede ver, es una pieza magnífica, que . 
parece muy dispuesta a cortarle la retirada. Siendo ese 
chucúroo un simple herbívoro, no sé por qué la ha toma- 
do tan pertinazmente con nosotros ; pero, de todos modos, 
ahí lo tiene Su Honor entre aquel matorral, de donde será 
preciso desalojarle. 
— ¡ Puede subir hasta aquí? — preguntó sir Juan. 
—No, señor — contestó el bushman—. Es demasiada 
empinada la cuesta para sus miembros cortos y rechon- 
chos y, por consiguiente, nos esperará. 
—Pues bien, que espere — replicó sir Juan—, y cuan- 
do hayamos terminado el examen de esta estación, nos li- 
braremos de tan incómodo vecino. 
Ambos continuaron. el reconocimiento momentánea- 
mente interrumpido, examinando con prolija atención la 
disposición superior del montículo, y por fin eligieron el 
sitio donde debía fijarse el poste indicador. Al Nordeste 
había otras eminencias bastante considerables, que de- 
bían facilitar el trazado del nuevo triángulo en las condi- 
ciones más favorables. Cuando dieron por terminada este 
trabajo, sir Juan, volviéndose al bushman, dijo : 
—Cuando gustes, Mokum. 
—Estoy a.las órdenes de Su Honor. 
—¡ Sigue esperando el rinoceronte t
	        
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