Full text: Aventuras de tres rusos y de tres ingleses en el África Austral

AVENTURAS 191 
durante aquella noche sofocante, en medio de una atmós- 
fera tan seca, que apenas marcaba el higrómetro más sen- 
sible un vestigio de humedad. 
Poco después, y a pesar de las recomendaciones expre- 
sas del bushman, la caravana dejó pronto de ofrecer un 
núcleo compacto. Los hombres y los animales se exten- 
dieron en fila. Algunos bueyes, extenuados, se habían caí- 
do en el camino, y los jinetes, desmontados, apenas po- 
dían andar. Estos rezagados hubieran sido fácilmente co- 
pados por la más pequeña partida de indígenas. Por ezo, 
Mokum, animándoles con gestos y palabras procuraba 
reunirlos, pero no lo conseguía; y ya le faltaban algunos 
hombres sin que lo hubiese notado. A las once de la no- 
che, los carros que marchaban a la cabeza, estaban a tres 
millas tan sólo del Scorzef. A pesar de la obscuridad, la 
altura aislada se divisaba claramente, elevándose en la 
sombra como una enorme pirámide. La obscuridad do- 
blaba su altura, abultando sus dimensiones reales. 
Si Mokum no se había engañado, el Ngami se hallaba 
situado detrás del Scorzef. Se trataba de dejar el monte 
a un lado para llegar por atajo a la vasta extensión de 
agua dulce. 
El bushman se puso a la cabeza de la caravana en 
compañía de los tres europeos, y ya iba a torcer a la iz- 
quierda, cuando le detuvieron súbitamente unas detona- 
ciones muy perceptibles aunque lejanas. 
Los ingleses pararon al punto sus cabalgaduras, y €s- 
cuctaban con una ansiedad fácil de comprender. En un 
país donde los indígenas no conocen más que lanzas y 
flechas, los tiros debían sorprenderles sobremanera. 
—¡¿ Qué es eso? -— preguntó el coronel, 
-—Son tiros -— respondió sir Juan.
	        
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